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"Tercera parte: Una puerta estrecha – Tomar decisiones correctas."

¿Con qué frecuencia piensas en las decisiones que tomas? ¿Qué pasa con las decisiones aparentemente pequeñas o insignificantes?

Es bastante fácil identificar y resistir las grandes tentaciones, pero la verdad es que los asuntos más importantes de la vida por lo general comienzan con pequeñas decisiones. A menudo las decisiones más difíciles son las pequeñas, las progresivas, aquellas que parecen inofensivas en el momento.

Nadie se levanta un día y piensa: Hoy me conformaré con menos. Hoy dejaré de seguir a Dios y esperaré a ver qué pasa. No, no es así. En lugar de eso, el enemigo tiende a socavarnos con pequeños momentos de debilidad. Un atajo aquí, una concesión allá, una pequeña desviación de vez en cuando. El diablo tentó a Jesús con las mismas oportunidades con las que nos tienta hoy, para que se conformara con menos que lo mejor de Dios. La escala es diferente, pero la esencia de la tentación es la misma.

En Mateo 4, el diablo reta a Jesús a cuestionar Su identidad. Dos veces le dice: «Si eres el Hijo de Dios…». ¿Puedes notar la burla en sus palabras? «¡Si eres realmente quien dices ser, entonces debes ser capaz de convertir las piedras en pan y saltar desde acantilados!». Pero Jesús sabe cómo manejar la Espada de la Verdad y resiste el intento del diablo de ponerlo a prueba. Él responde: «¡Vete, Satanás! Porque escrito está: Adorarás al Señor tu Dios, y a él sólo servirás» (v. 10).

Jesús resistió las tentaciones del diablo apoyándose en la verdad de la Palabra de Dios, que es nuestro mayor recurso. Cada vez que empezamos a sentir que no somos lo suficientemente inteligentes o talentosos, que no tenemos los recursos o el apoyo suficiente, que debemos bajar nuestras expectativas, entonces tenemos que volver a lo que nos dice la Palabra de Dios. La Biblia nos asegura que podemos hacer todas las cosas a través de Cristo, que somos más que vencedores. Dios nos afirma que Él satisfará todas nuestras necesidades según Sus recursos ilimitados. Hay que recordar lo que es verdadero y no cuestionar lo que Dios nos ha llamado a lograr.

Si mantenemos nuestros ojos en Jesús, entonces la puerta es lo suficientemente amplia para que pasemos a través de ella. Al contrario, si nos centramos en lo pequeña que se ve la abertura, o en todos los caminos que otras personas pueden estar tomando a nuestro alrededor, entonces perdemos de vista la puerta. En cada decisión, elige permanecer enfocado en el ejemplo que Jesús te ha dado. La mirada al frente y un pie delante del otro.

Oración: Dios Padre, mientras te miro, encuentro la fuerza y la sabiduría para tomar decisiones correctas todos los días.