Firmeza con Lisa BevereEjemplo

¿Quieres ser popular? . . . ¿O quieres tener influencia?

La popularidad y la influencia parecen similares, pero son muy diferentes. La popularidad requiere que sigas a las masas o les digas lo que quieren escuchar. Pero la influencia te invita a mantenerte en la verdad separado de la multitud.

En esencia, la verdad no es un qué, sino un quién, porque Jesús dijo que Él es la verdad. Jesús también dijo que la Palabra de Dios es la verdad. Al mundo le encanta pensar que la verdad es fluctuante y relativa, pero la verdad que está cimentada en la persona de Jesús y la Palabra de Dios nunca cambia. En un mundo lleno de opiniones, la verdad de Dios nos guía a convicciones sobre las que podemos construir nuestras vidas.

Debemos ser cuidadosos al discernir la diferencia entre opiniones y convicciones. Nuestro mundo no necesita el desorden que viene de muchas opiniones. Necesita la estabilidad que viene con la verdad. No contribuyamos al ruido que distrae e impide mirar las Escrituras y al Espíritu de la verdad.

Las opiniones son fáciles de emitir y rápidas de cambiar, pero difíciles de limpiar si no las hemos difundido con cuidado. Pueden convertirse en la basura que contamina la vida de los demás y la nuestra. Debemos proteger nuestras palabras para ser parte de la solución a los problemas para los que estamos ungidos para cambiar.

Te reto a que edites tu vida y edites las palabras que escoges al hablar. Sé cuidadoso con lo que lees, escuchas, dices o publicas. No publiques tus problemas familiares ni las situaciones de la iglesia para que el mundo los vea. Pero tampoco permanezcas callado sobre ellos: Habla con la familia sobre los asuntos de la familia. Si alguno no está envuelto en el problema o la solución, no los involucres innecesariamente. Esto hace mayor el problema en vez de resolverlo. 

¿De qué manera sería el silencio una forma de respaldar los problemas? ¿Qué significa editar tus palabras de manera que seas parte de la solución y no parte del problema?