Un Dios que es FielMuestra

Un Dios Fiel y un pueblo infiel

El libro de Jueces presenta un marcado contraste entre la fidelidad de Dios y la infidelidad de Su pueblo. Es asombroso considerar que tan pronto después de su milagrosa liberación de Egipto, una generación llegó a la escena que ni conocía al Señor ni las obras que había hecho por ellos. La misma nación que fue testigo ocular del asombroso poder de Dios ahora lo había olvidado por completo. Su olvido se ve en su propensión cada vez mayor hacia la rebelión.

Uno podría anticipar que su pecado haría que Dios abandonara a Su pueblo para siempre. Sin embargo, una y otra vez, una avalancha de la gracia de Dios se encuentra con la falta de fe de la gente. De hecho, el texto registra la compasión de Dios por la gente y Su atención a sus gritos. Anteriormente, Moisés había contado cómo el pueblo de Dios había gemido a causa de su esclavitud y le había gritado al Señor (Ex 2:23 - 25) . Estos clamores de liberación fueron recibidos por las respuestas del Señor. Él oyó sus gritos. Recordó las promesas que había hecho en Su alianza con ellos. Vio su necesidad, y conoció su dolor. Esta es la naturaleza de la fidelidad de Dios: Él escucha, recuerda, ve y sabe.

Ahora, generaciones más tarde, Dios escucha los gritos de Su pueblo y proporciona jueces para guiarlos hacia la victoria. Lo hizo a pesar del hecho de que habían demostrado una incapacidad perpetua para obedecer, incluso durante una generación. La fidelidad de Dios claramente no se basa en la bondad de Su pueblo. Más bien, la fidelidad de Dios se basa en Su carácter. Es un Dios fiel que siempre cumple Sus promesas.

La fidelidad de Dios es la esperanza sobre la cual se construye la vida cristiana. Aquellos que conocen a Jesús a través del arrepentimiento y la fe pueden estar seguros de que Dios es Fiel a Sus promesas (1Co 1: 9) . Él no abandonará a Su pueblo, ni les dará la espalda cuando sean infieles. En su lugar, oye, recuerda, ve y sabe. Él escucha el clamor de misericordia de aquellos que saben que están rotos. Recuerda Su pacto, hecho hace mucho tiempo a Abraham, para salvar a Su pueblo. Él conoce las necesidades de Su pueblo y, en virtud de la obra de Cristo, ha hecho provisiones para satisfacer esas necesidades y restaurarlas a una relación correcta con Él para siempre.

Oración de hoy:

Jesús, te agradezco y te alabo por Tu gracia y fidelidad. Gracias por nunca renunciar a mí, incluso cuando soy desagradecido, rebelde y me olvido de tu bondad. Amén.

Devoción extraída de La Biblia de Jesús, NVI