La Palabra De DiosMuestra

La Palabra de Dios produce la cultura del reino

Santiago describe el proceso de Dios cuando dice: «…desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas».  Pero todo inicia con la decisión del hombre. El hombre debe decidir en qué cultura ha de vivir. La cultura tiene que ver con costumbres, pensamientos, expresiones, religión y valores. Nosotros debemos vivir la cultura del reino. Dios tiene una cultura que desea que nos apropiemos y manifestemos. Si no manifestamos la cultura del reino, solo manifestaremos religión. 

Para que podamos entender el proceso de Dios, debemos ver que crecimos con una cultura; no importa el país, o la religión, crecimos con ella, y toda cultura tiene principios buenos y malos. Pero en un momento de nuestra vida, recibimos a Cristo, y ahora tenemos su simiente, su semilla. Es por eso que la cultura que poseemos, con la que crecimos y nos formamos, debe cambiar. Por ello, aunque nuestro espíritu es salvo, el alma debe ser salva o sana.

Lo que Dios quiere hacer, es moldearnos a su cultura, pero nosotros debemos estar dispuestos a desechar lo que ya no sirve. Debemos tener una disposición para que esto se lleve a cabo. Mucha gente dice: así creyó mi abuelo, mi padre y yo también. Ellos están aferrados a su cultura, y se niegan a aceptar la cultura de Dios; se aferran a matriarcados, machismo, inmundicia (pecados generacionales: infidelidad, divorcio, robo, deshonestidad). Sin embargo, Dios está dispuesto a reemplazar con su Palabra lo que no es recto, pero es necesario que haya humildad en nuestro corazón para que se lleve a cabo ese proceso. La palabra de Dios debe recibirse, porque no existe otra manera de reemplazar o quitar lo que no es correcto. Si no la recibo, no cambio la inmundicia que hay en mí; y si no tengo humildad en mi corazón, no se reemplaza mi cultura por la cultura de Dios.