La Renovación De Todas Las CosasMuestra

Parece que estamos sufriendo una gran crisis de esperanza. Está sucediendo fuertemente en política y economía; está sucediendo apaciblemente en los corazones de millones de personas en este momento.

Por esperanza, no me refiero a pensar en un deseo. No estoy hablando acerca de «tener un pensamiento positivo»,. Cuando hablo de esperanza, me refiero a la segura anticipación de que lo bueno está por venir. Una seguridad tan sólida como una roca de que algo ocurrirá, algo en lo que podemos construir nuestras vidas. No la esperanza delicada y frágil con la que la mayoría de la gente está sobreviviendo.

¿Cual dirías que es la gran esperanza que sostiene tu vida?

Si vale la pena hablar al respecto, se supone que el cristianismo es la entrada triunfante de una esperanza extraordinaria en la historia de la humanidad. Una esperanza mayor y más allá de esperanzas anteriores. Una esperanza inquebrantable, inextinguible. Pero seré honesto, muy a menudo lo que se presenta como «esperanza» parece más un engaño. «Entendemos que eventualmente perderás todo lo que amas, que ya has perdido mucho. Perderás todo lo que amas y atesoras, cada preciosa memoria y lugar, pero después de todo podrás ir a este ¡nuevo lugar celestial!». Como en un juego, donde no ganas el carro o las vacaciones a Europa, pero recibes, un juego de equipaje o cuchillos para la cocina.

El mundo no lo cree. Y hay buenas razones para ello.

Cuando consideras el dolor, el sufrimiento y los corazones destrozados contenidos en un hospital de niños, un campo de refugiados, un hogar abusivo o una ciudad en guerra durante el transcurso de un solo día, es casi imposible de soportar. Ahora multiplícalo por todo el planeta, por cada día del año, sobre el transcurso de la historia. Necesitarías una esperanza salvaje, extraordinaria e impactante para superar la agonía y el trauma de este mundo.

¿Cómo Dios cambiará las cosas? ¿Cómo va a redimirnos del sufrimiento y pérdida de este mundo, y en tu propia vida?

Lo que anhelamos es redención; lo que nuestro corazón clama es restauración.