Nuestra búsqueda

Si realmente deseamos entender a nosotros mismos, nada más nos tenemos que preguntar: ¿qué queremos en la vida?; ¿qué buscamos con todo lo que hacemos?; o ¿cuál es nuestro motivo en la vida? Lo que rápidamente descubrimos es que sí hay algo que todos queremos, algo que está a la raíz de cada una de nuestras acciones: queremos satisfacción total. Este deseo nos lleva a pasar por la vida buscando cumplir nuestras necesidades básicas de seguridad, amor, propósito y felicidad, porque más que las alcanzamos, más satisfechos estamos.

Sólo Dios nos puede satisfacer

El deseo que tenemos de hallar satisfacción y felicidad en la vida nos es dado por nuestro Creador, y sólo Él lo puede cumplir de verdad. Sólo Dios nos puede satisfacer completamente y solo en Él hallamos la felicidad total. De hecho, Dios nos dio este deseo para que buscáramos a Él. Por esta razón, el gran mandamiento es que amemos a Dios, porque en Él y por amar a Él encontramos nuestra satisfacción más profunda.

Buscamos satisfacción afuera de Dios

A pesar de que Dios podría satisfacernos de verdad, nuestro corazón rebelde nos lleva a buscar nuestro amor, seguridad, felicidad y propósito en personas, actividades y cosas materiales. 

Por buscar nuestra felicidad afuera de Dios, efectivamente reemplazamos a Dios en nuestro corazón. El objeto de nuestra búsqueda toma el lugar en el centro de nuestras afecciones y deseos, y así se convierte en un ídolo.  

Lleva a la rebeldía y a la desobediencia

Nuestra búsqueda de satisfacción en ídolos nos lleva a rebelarnos y a desobedecer a Dios. Reemplazamos a Dios en nuestro corazón con nuestro ídolo, por lo tanto, la definición de la rebeldía contra Dios es buscar nuestra mayor satisfacción y felicidad fuera de Él. Esta idolatría es la raíz de todo nuestra desobediencia contra Dios.

Nunca hallamos la satisfacción

La gran ironía — o quizás la tragedia — de nuestra vida es que nunca hallamos lo que más deseamos. Nunca hallamos la satisfacción total y verdadera porque nuestros ídolos no pueden satisfacernos completamente. Son dioses falsos que nos dejan vacíos. Vivimos la vida en una búsqueda de felicidad, propósito, amor y seguridad, pero nunca estamos totalmente felices, cumplidos, amados ni seguros. 

Merecemos la muerte por rechazar a Dios

Nuestros ídolos son la raíz de todos nuestros problemas porque todo lo que ponemos en el centro de nuestro corazón nos hace desobedecer a Dios, y nos engaña, nos defrauda, nos arruina, nos destruye e irónicamente lo terminamos destruyendo también. 

Además, por buscar la felicidad afuera de Dios, cometemos el pecado más profundo: reemplazamos a Dios en el centro de nuestro corazón con las cosas que Él creó. Por tratar de buscar nuestra satisfacción a través de la creación y no en el Creador, ofendemos gravemente a Dios. Y terminamos bajo la terrible ira y juicio de Dios como el único castigo justo por nuestra rebeldía; en vez de estar felices y satisfechos, somos juzgados y condenados por Dios.