Cambiadores del mundo

Seguir a Cristo tiene dos partes: ser como Él (lo que vimos en el estudio anterior) y hacer lo que Él hacía. Para seguir a Cristo de verdad, tenemos que hacer con nuestra vida lo que Jesús hacía con la suya. 

¿Qué hacía Jesús con su vida? La misión y el trabajo de Jesús fue, y todavía es, la reconciliación de personas rebeldes y condenadas con su Padre. Por lo tanto, seguimos a Cristo por dedicarnos a esta misión y a trabajar con Él.

Misión imposible

El único problema con lo que Jesús pide de sus seguidores es que no somos capaces de reconciliar a otra persona con Dios — no podemos salvar ni transformar a nadie —. No obstante, cuando trabajamos con Jesús en su misión, su Espíritu es quien transforma y salva, en colaboración con nuestro trabajo. 

¿Cómo trabajamos con Jesús?

Dios da tareas que cumplir a cada uno de sus hijos, y trabajamos con Jesús cuando hacemos estas tareas. Las tareas que nos da toman dos formas diferentes: La primera es ayudar a las personas en nuestra vida a seguir a Jesús y tener una relación con Dios (por desarrollar la amistad con ellos; orar por ellos; invitarles a una reunión de la iglesia y ofrecer estudiar la Biblia con ellos). La segunda es completar los proyectos que Él nos da, los cuales surgen de las necesidades de nuestra iglesia local y de las oportunidades para ministrar que Dios pone delante de nosotros.

Así que, seguir a Cristo y trabajar con Él es muy práctico. Lo hacemos por dedicar lo nuestro (tiempo, dinero, talentos y pensamientos) a cumplir su misión por trabajar con las personas y en los proyectos que Él nos da.

Vidas de impacto

En vez de vivir vidas enfocadas en nosotros mismos, y egoístamente desperdiciar la vida, Jesús nos llama a trabajar con Él para llevar su buena nueva de paz con Dios a personas que están lejos de Él. Cuando trabajamos con Jesús, Él cambia el corazón y el destino eterno de las personas alrededor de nosotros. También, Dios recibe mucha gloria cuando sus hijos viven vidas entregadas a su Reino. Cuando trabajamos con Jesús, unimos nuestra vida con la historia de Dios y no la desperdiciamos, más bien, hacemos cosas en nuestra corta vida que durarán para siempre.