Isaías 47:5-11
Isaías 47:5-11 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
«Siéntate en silencio, hija de los babilonios; entra en las tinieblas. Porque nunca más se te llamará “soberana de los reinos”. Yo estaba enojado con mi pueblo; por eso profané mi heredad. Los entregué en tu mano y no les tuviste compasión. Pusiste sobre los ancianos un yugo muy pesado. Dijiste: “¡Por siempre seré la soberana!”. Pero no consideraste esto ni reflexionaste sobre su final. »Ahora, escucha esto, provocadora; tú, que moras confiada y te dices a ti misma: “Yo soy y no hay otra fuera de mí. Nunca enviudaré ni me quedaré sin hijos”. De repente, en un solo día, ambas cosas te sorprenderán: la pérdida de tus hijos y la viudez te abrumarán por completo, a pesar de tus muchas hechicerías y de tus poderosos encantamientos. Tú has confiado en tu maldad, y has dicho: “Nadie me ve”. Tu sabiduría y tu conocimiento te engañan cuando a ti misma te dices: “Yo soy y no hay otra fuera de mí”. Pero vendrá sobre ti una desgracia que no sabrás conjurar; caerá sobre ti una calamidad que no podrás evitar. Una catástrofe que ni te imaginas vendrá de repente sobre ti.
Isaías 47:5-11 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
»¡Siéntate en silencio, ciudad de Babilonia! Siéntate en un rincón oscuro, porque no volverán a llamarte “Reina de las naciones”. »Yo me enojé con mi pueblo; me enojé con los israelitas y los dejé caer en tu poder. Pero tú, Babilonia, no te compadeciste de ellos, y maltrataste a los ancianos con una carga muy pesada. »Creíste que nunca dejarías de ser reina y no te pusiste a pensar cómo terminaría todo esto. »Por eso, ciudad de Babilonia, escucha bien: tú eres como una mujer que ama el lujo y se sienta tranquila en su trono; piensas que nadie es mejor que tú, y crees que nunca serás viuda ni te quedarás sin hijos. »Pero de repente, en un majestuoso día, te sucederán dos desgracias, y de nada te servirán tus brujerías y tu magia: te quedarás viuda y perderás todos tus hijos. »A pesar de tu maldad, te sentías segura, porque nadie te llamaba la atención. Tu sabiduría y tus conocimientos te hicieron perder la cabeza, mientras te decías a ti misma: “Yo, y nadie más que yo”. Pero cuando menos lo esperes te caerá una desgracia, que ni con tu magia podrás evitar.
Isaías 47:5-11 Reina Valera Contemporánea (RVC)
«¡Siéntate, ciudad de los caldeos! Guarda silencio y entra en las tinieblas, porque nunca más volverán a llamarte “señora de los reinos”. Yo me enojé contra mi pueblo; degradé a los que son míos, y los entregué en tus manos; pero tú no les tuviste compasión; sobre los ancianos dejaste caer el peso de tu yugo. Creíste que siempre serías señora, pero no te detuviste a pensar que un día llegaría tu fin. Pero escucha esto tú, libertina, que confiadamente reinas y te dices a ti misma “Yo soy yo, y fuera de mí no hay nadie más. Nunca me quedaré viuda, ni sabré lo que es la orfandad”: En un mismo día te vendrán estas dos cosas, orfandad y viudez; y vendrán sobre ti con toda su fuerza, a pesar de tus muchos hechizos y encantamientos. »Tú te atuviste a tu maldad, y pensaste que nadie te veía. Tu propia sabiduría y tu ciencia te engañaron al pensar para tus adentros: “Yo, y nadie más”. Vendrá sobre ti un mal cuyo origen desconoces; caerá sobre ti un quebrantamiento que no podrás remediar; ¡te sobrevendrá una destrucción desconocida!
Isaías 47:5-11 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
«Siéntate en silencio, joven Caldea, métete en la oscuridad, porque ya no volverán a llamarte “reina de las naciones”. Cuando estuve enojado con mi pueblo, entregué mi propia nación a la deshonra y los dejé caer en tu poder. Tú no tuviste compasión de ellos, y pusiste sobre los ancianos tu pesado yugo. Dijiste: “Seré reina siempre”; no reflexionaste sobre estas cosas ni pensaste cómo habrían de terminar. Por eso, escucha ahora esto, mujer amante del lujo, que estás tranquila en tu trono, que piensas en tu interior: “Yo y nadie más que yo; yo no seré viuda ni me quedaré sin hijos.” De repente, en un mismo día, te vendrán ambas desgracias: quedarás viuda y sin hijos, a pesar de tus muchas brujerías y de tus incontables magias. Tú te sentías segura en tu maldad, y pensaste: “Nadie me ve.” Tu sabiduría y tus conocimientos te engañaron. Pensaste en tu interior: “Yo y nadie más que yo.” Pero va a venir la desgracia sobre ti, y no podrás impedirlo con tu magia; caerá sobre ti un desastre que no podrás evitar; una calamidad que no esperabas vendrá de repente sobre ti.
Isaías 47:5-11 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Siéntate, calla, y entra en tinieblas, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán señora de reinos. Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad, y los entregué en tu mano; no les tuviste compasión; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo. Dijiste: Para siempre seré señora; y no has pensado en esto, ni te acordaste de tu postrimería. Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad. Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti, a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos. Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tu misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y nadie más. Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti.
Isaías 47:5-11 La Biblia de las Américas (LBLA)
Siéntate en silencio y entra en las tinieblas, hija de los caldeos, porque nunca más te llamarán soberana de reinos. Estaba enojado contra mi pueblo, profané mi heredad y en tu mano los entregué; no les mostraste compasión, sobre el anciano hiciste muy pesado tu yugo, y dijiste: «Seré soberana para siempre». No consideraste esto en tu corazón, ni te acordaste de su resultado. Ahora pues, oye esto, voluptuosa, tú que moras confiadamente, que dices en tu corazón: «Yo, y nadie más. No me quedaré viuda, ni sabré de pérdida de hijos». Pero estas dos cosas vendrán de repente sobre ti en un mismo día: pérdida de hijos y viudez. Vendrán sobre ti en toda su plenitud a pesar de tus muchas hechicerías, a pesar del gran poder de tus encantamientos. Te sentiste segura en tu maldad y dijiste: «Nadie me ve». Tu sabiduría y tu conocimiento te han engañado, y dijiste en tu corazón: «Yo, y nadie más». Pero un mal vendrá sobre ti que no sabrás conjurar; caerá sobre ti un desastre que no podrás remediar; vendrá de repente sobre ti una destrucción que no conoces.
Isaías 47:5-11 Nueva Traducción Viviente (NTV)
«Oh Babilonia hermosa, siéntate ahora en oscuridad y en silencio. Nunca más serás conocida como la reina de los reinos. Pues yo estaba enojado con mi pueblo escogido y lo castigué al dejar que cayera en tus manos. Sin embargo, tú, Babilonia, no les tuviste compasión. Hasta oprimiste a los ancianos. Dijiste: “¡Reinaré para siempre, como reina del mundo!”. No reflexionaste sobre lo que hacías, ni pensaste en las consecuencias. »Escucha esto, nación amante de los placeres, que vives cómodamente y te sientes segura. Tú dices: “Yo soy la única, y no hay otra. Nunca seré viuda ni perderé a mis hijos”. Pues ambas cosas caerán sobre ti en un instante: la viudez y la pérdida de tus hijos. Así es, esas calamidades caerán sobre ti, a pesar de tu brujería y de tu magia. »Te sentías segura en tu maldad. “Nadie me ve”, dijiste. Pero tu “sabiduría” y tu “conocimiento” te han descarriado, y dijiste: “Yo soy la única, y no hay otra”. Por eso te alcanzará el desastre, y serás incapaz de alejarlo por medio de encantos. La calamidad caerá sobre ti, y no podrás comprar tu libertad. Una catástrofe te sorprenderá, una para la cual no estás preparada.