2 Crónicas 14:1-12
2 Crónicas 14:1-12 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Cuando Abías murió, lo enterraron en la Ciudad de David. Después su hijo Asa lo sucedió en el trono. Hubo paz en la tierra durante diez años. Asa hizo lo que era agradable y bueno a los ojos del SEÑOR su Dios. Quitó los altares extranjeros y los santuarios paganos. Destruyó las columnas sagradas y derribó los postes dedicados a la diosa Asera. Ordenó al pueblo de Judá que buscara al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y que obedeciera su ley y sus mandatos. Asa también quitó los santuarios paganos y los altares del incienso de cada una de las ciudades de Judá. Entonces el reino de Asa disfrutó un período de paz. Durante los años de paz, Asa pudo reconstruir las ciudades fortificadas en todo Judá. Nadie estuvo en guerra contra él durante ese tiempo, porque el SEÑOR le daba descanso de sus enemigos. Asa le dijo a la gente de Judá: «Construyamos y fortifiquemos ciudades con murallas, torres, puertas y barras. La tierra aún nos pertenece porque buscamos al SEÑOR nuestro Dios, y él nos ha dado paz en todo el territorio». Así que continuaron con estos proyectos hasta completarlos. El rey Asa tenía un ejército de trescientos mil guerreros de la tribu de Judá, armados con grandes escudos y lanzas. También tenía un ejército de doscientos ochenta mil guerreros de la tribu de Benjamín, armados con arcos y escudos pequeños. Ambos ejércitos estaban constituidos por hombres de guerra bien entrenados. Cierta vez un etíope llamado Zera atacó a Judá con un ejército de un millón de soldados y trescientos carros de guerra. Avanzaron hacia la ciudad de Maresa, por eso Asa desplegó sus ejércitos para la batalla en el valle al norte de Maresa. Entonces Asa clamó al SEÑOR su Dios: «¡Oh SEÑOR, nadie sino tú puede ayudar al débil contra el poderoso! Ayúdanos, oh SEÑOR nuestro Dios, porque solo en ti confiamos. Es en tu nombre que hemos salido contra esta inmensa multitud. ¡Oh SEÑOR, tú eres nuestro Dios; no dejes que simples hombres prevalezcan contra ti!». Entonces el SEÑOR derrotó a los etíopes en presencia de Asa y del ejército de Judá, y el enemigo huyó.
2 Crónicas 14:1-12 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Abías murió y fue sepultado en la Ciudad de David; su hijo Asá lo sucedió en el trono. Durante su reinado, el país disfrutó de diez años de paz. Asá hizo lo que era bueno y agradable ante el SEÑOR su Dios. Se deshizo de los altares de dioses extranjeros y de los altares paganos en las colinas, destrozó las piedras sagradas y derribó las imágenes de la diosa Aserá. Además, ordenó a los habitantes de Judá que adoraran al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y que obedecieran sus leyes y sus mandamientos. De este modo, Asá se deshizo de los altares paganos y de los altares de incienso que había en todas las ciudades de Judá y durante su reinado hubo tranquilidad. Asá construyó en Judá ciudades fortificadas, pues durante esos años el SEÑOR le dio descanso; el país disfrutó de paz y no estuvo en guerra con nadie. Asá dijo a los de Judá: «Reconstruyamos esas ciudades y levantemos a su alrededor murallas con torres, puertas y cerrojos. El país todavía es nuestro, porque hemos buscado al SEÑOR nuestro Dios; como lo hemos buscado, él nos ha concedido estar en paz con nuestros vecinos». Y tuvieron mucho éxito en la reconstrucción de las ciudades. Asá contaba con un ejército de trescientos mil soldados de Judá, los cuales portaban lanzas y escudos grandes; además, con doscientos ochenta mil benjamitas que portaban arcos y escudos pequeños. Todos ellos eran guerreros valientes. Zera el cusita marchó contra ellos al frente de un ejército de un millón de soldados y trescientos carros de guerra y llegó hasta Maresá. Asá le salió al encuentro en el valle de Sefata y tomó posiciones cerca de Maresá. Allí Asá invocó al SEÑOR su Dios y dijo: «SEÑOR, solo tú puedes ayudar al débil contra el poderoso. ¡Ayúdanos, SEÑOR y Dios nuestro, porque en ti confiamos y en tu nombre hemos venido contra esta multitud! ¡Tú, SEÑOR, eres nuestro Dios! ¡No permitas que ningún mortal se alce contra ti!». El SEÑOR derrotó a los cusitas cuando estos lucharon contra Asá y Judá. Los cusitas huyeron
2 Crónicas 14:1-13 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
1-5 (13.23—14.4) Cuando Abiam murió, lo enterraron en la Ciudad de David. Asá, su hijo, reinó en su lugar, y en esa época Dios le permitió al pueblo disfrutar de diez años de paz. Asá obedeció a Dios en todo, y mandó quitar de todas las ciudades de Judá los pequeños templos de las colinas, en los que el pueblo adoraba a dioses falsos; hizo pedazos los ídolos y las imágenes de la diosa Astarté. Además, le ordenó a toda la gente de Judá que adorara al Dios de sus antepasados y que siempre obedeciera su ley. 6-7 (5-6) Asá aprovechó que había paz, y le dijo al pueblo: «Dios nos ha permitido estar en paz con nuestros enemigos, pues hemos vuelto a obedecer sus mandamientos. ¡Ahora es el momento de reforzar la seguridad de nuestras ciudades! Vamos a construir murallas alrededor de ellas, y torres y puertas con buenos seguros». El pueblo estuvo de acuerdo, y logró fortalecer las ciudades con gran éxito. 8-9 (7-8) Tiempo después, Zérah, que era de Etiopía, le declaró la guerra a Judá. Al frente de un ejército muy numeroso y de trescientos carros de combate, llegó hasta Maresá, muy cerca de Jerusalén. Aunque Asá tenía un ejército de valientes soldados armados con escudos y lanzas, eran apenas trescientos mil soldados de la tribu de Judá, y doscientos ochenta mil de la tribu de Benjamín. 10 (9) Sin embargo, Asá decidió enfrentarse a Zérah y a su ejército, y colocó a sus hombres en posición para la batalla en el valle de Sefata, que está muy cerca de Maresá. 11 (10) Luego oró a Dios, diciendo: «Dios nuestro, nos hemos atrevido a pelear contra este ejército tan grande, porque confiamos en ti y queremos honrarte. No hay nadie como tú para ayudar al débil y liberarlo del poderoso. Por eso te rogamos que nos ayudes. ¡Tú eres nuestro Dios! ¡Sabemos que nadie te puede vencer!» 12-13 (11-12) Y efectivamente, Dios y su ejército acabaron con los etíopes. Zérah y su ejército salieron huyendo, pero los hombres de Judá los persiguieron hasta Guerar, y los mataron a todos sin dejar un solo etíope vivo. Luego se apoderaron de todas sus pertenencias.
2 Crónicas 14:1-12 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Abías descansó entre sus antepasados y fue sepultado en la ciudad de David, y en su lugar reinó su hijo Asa, y durante su reinado el país estuvo en paz durante diez años. Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos del Señor su Dios, pues quitó los altares de culto ajenos y los lugares altos, hizo pedazos los ídolos y derribó los símbolos de Asera, y ordenó a Judá buscar al Señor, el Dios de sus padres, y poner por obra la ley y sus mandamientos. Además, quitó de todas las ciudades de Judá los lugares altos y los ídolos, y bajo su reinado hubo paz. Precisamente porque en ese tiempo había paz y nadie le hacía la guerra, pues el Señor le había dado paz, Asa construyó en Judá ciudades fortificadas. Les dijo a los de Judá: «Edifiquemos estas ciudades, y levantemos murallas a su alrededor, con torres, puertas y cerrojos, pues la tierra es nuestra. Nosotros hemos buscado al Señor nuestro Dios, y porque lo hemos buscado, él nos ha dado paz en todas partes.» En la construcción tuvieron mucho éxito. Además, Asa tenía un ejército armado de lanzas y escudos, todos ellos soldados bien entrenados para lanzar flechas. De Judá eran trescientos mil, y de Benjamín doscientos ochenta mil. Zeraj el etíope salió a presentarles batalla con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros de guerra; y llegó hasta Maresa. Asa salió a su encuentro, y libraron la batalla en el valle de Sefata, junto a Maresa. Allí Asa clamó al Señor su Dios, y dijo: «¡Ay, Señor! Para ti no hay diferencia alguna en brindar tu ayuda al poderoso o al débil. ¡Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, porque en ti confiamos y en tu nombre venimos contra este ejército! Tú, Señor, eres nuestro Dios; ¡que no prevalezca el hombre contra ti!» El Señor derrotó a los etíopes que se enfrentaron contra Asa y Judá, y los etíopes huyeron.
2 Crónicas 14:1-12 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
1 (13.23) Cuando Abiam murió, lo enterraron en la Ciudad de David. Después reinó en su lugar su hijo Asá. Durante su reinado, hubo paz en el país durante diez años. 2 (1) Los hechos de Asá fueron buenos y rectos a los ojos del Señor su Dios. 3 (2) Quitó los altares de los dioses extranjeros, así como los santuarios en lugares altos; hizo pedazos las piedras sagradas y rompió las representaciones de Aserá. 4 (3) Además ordenó a Judá que acudiera al Señor, Dios de sus antepasados, y que cumpliera la ley y los mandamientos. 5 (4) Quitó de todas las ciudades de Judá los santuarios y altares en lugares altos. Y hubo paz durante su reinado. 6 (5) Aprovechando esos años en que la nación estaba en paz y no tenía que hacer frente a ninguna guerra, porque el Señor le concedió tranquilidad, Asá construyó en Judá ciudades fortificadas. 7 (6) Dijo a la gente de Judá: «Fortifiquemos estas ciudades y hagamos alrededor de ellas muros, torres, puertas y barras, mientras el país está todavía en nuestro poder. Porque hemos buscado al Señor nuestro Dios, él nos ha dado paz con todos nuestros vecinos.» Por tanto llevaron a cabo con éxito las construcciones. 8 (7) Asá tenía un ejército formado por trescientos mil soldados de Judá, armados con escudos y lanzas, y doscientos ochenta mil de Benjamín, equipados con escudos y arcos. Todos ellos eran soldados valientes. 9 (8) Contra ellos marchó Zérah el etiope con un ejército muy numeroso y con trescientos carros de combate, y llegó hasta Maresá. 10 (9) Entonces Asá le salió al encuentro, y con sus hombres tomó posiciones para la batalla en el valle de Sefata, junto a Maresá. 11 (10) Asá invocó al Señor su Dios, diciendo: «Señor, para ti es igual ayudar al fuerte que al débil. Por tanto, ¡ayúdanos, Señor y Dios nuestro, ya que confiamos en ti, y en tu nombre hemos venido contra este ejército! Tú, Señor, eres nuestro Dios. ¡Muestra que nadie puede oponerte resistencia!» 12 (11) Entonces el Señor dio a Asá y a Judá la victoria sobre los etiopes, por lo cual estos huyeron.
2 Crónicas 14:1-12 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Durmió Abías con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David; y reinó en su lugar su hijo Asa, en cuyos días tuvo sosiego el país por diez años. E hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios. Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó los símbolos de Asera; y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos. Quitó asimismo de todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes; y estuvo el reino en paz bajo su reinado. Y edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque Jehová le había dado paz. Dijo, por tanto, a Judá: Edifiquemos estas ciudades, y cerquémoslas de muros con torres, puertas y barras, ya que la tierra es nuestra; porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios; le hemos buscado, y él nos ha dado paz por todas partes. Edificaron, pues, y fueron prosperados. Tuvo también Asa ejército que traía escudos y lanzas: de Judá trescientos mil, y de Benjamín doscientos ochenta mil que traían escudos y entesaban arcos, todos hombres diestros. Y salió contra ellos Zera etíope con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros; y vino hasta Maresa. Entonces salió Asa contra él, y ordenaron la batalla en el valle de Sefata junto a Maresa. Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre. Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes.
2 Crónicas 14:1-12 La Biblia de las Américas (LBLA)
Y Abías durmió con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David, y su hijo Asa reinó en su lugar. Y el país estuvo en paz por diez años durante sus días. Y Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos del SEÑOR su Dios, porque quitó los altares extranjeros y los lugares altos, destruyó los pilares sagrados, derribó las Aseras, y ordenó a Judá que buscara al SEÑOR, Dios de sus padres y cumpliera la ley y el mandamiento. También quitó los lugares altos y los altares de incienso de todas las ciudades de Judá. Y bajo él, el reino estuvo en paz. Y edificó ciudades fortificadas en Judá, ya que el país estaba en paz y nadie estaba en guerra con él durante aquellos años, porque el SEÑOR le había dado tranquilidad. Dijo, pues, a Judá: Edifiquemos estas ciudades y cerquémoslas de murallas con torres, puertas y barras. La tierra es aún nuestra, porque hemos buscado al SEÑOR nuestro Dios; le hemos buscado, y Él nos ha dado tranquilidad por todas partes. Edificaron, pues, y prosperaron. Asa tenía un ejército de trescientos mil hombres de Judá que llevaban escudos grandes y lanzas, y doscientos ochenta mil de Benjamín que llevaban escudos y usaban arcos; todos ellos valientes guerreros. Y salió contra ellos Zera el etíope con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros, y vino hasta Maresa. Y Asa salió a su encuentro, y se pusieron en orden de batalla en el valle de Sefata junto a Maresa. Entonces Asa invocó al SEÑOR su Dios, y dijo: SEÑOR, no hay nadie más que tú para ayudar en la batalla entre el poderoso y los que no tienen fuerza; ayúdanos, oh SEÑOR Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre hemos venido contra esta multitud. Oh SEÑOR, tú eres nuestro Dios; que no prevalezca hombre alguno contra ti. Y el SEÑOR derrotó a los etíopes delante de Asa y delante de Judá, y los etíopes huyeron.