1 (13.23) Cuando Abiam murió, lo enterraron en la Ciudad de David. Después reinó en su lugar su hijo Asá. Durante su reinado, hubo paz en el país durante diez años.
2 (1) Los hechos de Asá fueron buenos y rectos a los ojos del Señor su Dios. 3 (2) Quitó los altares de los dioses extranjeros, así como los santuarios en lugares altos; hizo pedazos las piedras sagradas y rompió las representaciones de Aserá. 4 (3) Además ordenó a Judá que acudiera al Señor, Dios de sus antepasados, y que cumpliera la ley y los mandamientos. 5 (4) Quitó de todas las ciudades de Judá los santuarios y altares en lugares altos. Y hubo paz durante su reinado.
6 (5) Aprovechando esos años en que la nación estaba en paz y no tenía que hacer frente a ninguna guerra, porque el Señor le concedió tranquilidad, Asá construyó en Judá ciudades fortificadas. 7 (6) Dijo a la gente de Judá: «Fortifiquemos estas ciudades y hagamos alrededor de ellas muros, torres, puertas y barras, mientras el país está todavía en nuestro poder. Porque hemos buscado al Señor nuestro Dios, él nos ha dado paz con todos nuestros vecinos.» Por tanto llevaron a cabo con éxito las construcciones.
8 (7) Asá tenía un ejército formado por trescientos mil soldados de Judá, armados con escudos y lanzas, y doscientos ochenta mil de Benjamín, equipados con escudos y arcos. Todos ellos eran soldados valientes. 9 (8) Contra ellos marchó Zérah el etiope con un ejército muy numeroso y con trescientos carros de combate, y llegó hasta Maresá. 10 (9) Entonces Asá le salió al encuentro, y con sus hombres tomó posiciones para la batalla en el valle de Sefata, junto a Maresá. 11 (10) Asá invocó al Señor su Dios, diciendo: «Señor, para ti es igual ayudar al fuerte que al débil. Por tanto, ¡ayúdanos, Señor y Dios nuestro, ya que confiamos en ti, y en tu nombre hemos venido contra este ejército! Tú, Señor, eres nuestro Dios. ¡Muestra que nadie puede oponerte resistencia!»
12 (11) Entonces el Señor dio a Asá y a Judá la victoria sobre los etiopes, por lo cual estos huyeron.