Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?
Dios mío, de día clamo y no respondes;
y de noche, pero no hay para mí reposo.
Sin embargo, tú eres santo,
que habitas entre las alabanzas de Israel.
En ti confiaron nuestros padres;
confiaron, y tú los libraste.
A ti clamaron, y fueron librados;
en ti confiaron, y no fueron decepcionados.
¶Pero yo soy gusano, y no hombre;
oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.
Todos los que me ven, de mí se burlan;
hacen muecas con los labios, menean la cabeza, diciendo:
Que se encomiende al SEÑOR; que Él lo libre,
que Él lo rescate, puesto que en Él se deleita.
¶Porque tú me sacaste del seno materno;
me hiciste confiar desde los pechos de mi madre.
A ti fui entregado desde mi nacimiento;
desde el vientre de mi madre tú eres mi Dios.
¶No estés lejos de mí, porque la angustia está cerca,
pues no hay quien ayude.
Muchos toros me han rodeado;
toros fuertes de Basán me han cercado.
Avidos abren su boca contra mí,
como león rapaz y rugiente.
Soy derramado como agua,
y todos mis huesos están descoyuntados;
mi corazón es como cera;
se derrite en medio de mis entrañas.
Como un tiesto se ha secado mi vigor,
y la lengua se me pega al paladar,
y me has puesto en el polvo de la muerte.
Porque perros me han rodeado;
me ha cercado cuadrilla de malhechores;
me horadaron las manos y los pies.
Puedo contar todos mis huesos.
Ellos me miran, me observan;
reparten mis vestidos entre sí,
y sobre mi ropa echan suertes.
¶Pero tú, oh SEÑOR, no estés lejos;
fuerza mía, apresúrate a socorrerme.
Libra mi alma de la espada,
mi única vida de las garras del perro.
Sálvame de la boca del león
y de los cuernos de los búfalos; respóndeme.
¶Hablaré de tu nombre a mis hermanos;
en medio de la congregación te alabaré.
Los que teméis al SEÑOR, alabadle;
descendencia toda de Jacob, glorificadle,
temedle, descendencia toda de Israel.
Porque Él no ha despreciado ni aborrecido la aflicción del angustiado,
ni le ha escondido su rostro;
sino que cuando clamó al SEÑOR, lo escuchó.
¶De ti viene mi alabanza en la gran congregación;
mis votos cumpliré delante de los que le temen.
Los pobres comerán y se saciarán;
los que buscan al SEÑOR, le alabarán.
¡Viva vuestro corazón para siempre!
Todos los términos de la tierra se acordarán y se volverán al SEÑOR,
y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti.
Porque del SEÑOR es el reino,
y Él gobierna las naciones.
Todos los grandes de la tierra comerán y adorarán;
se postrarán ante Él todos los que descienden al polvo,
aun aquel que no puede conservar viva su alma.