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Lucas 19:18-40

Lucas 19:18-40 LBLA

Entonces vino el segundo, diciendo: «Tu mina, señor, ha producido cinco minas». Y dijo también a este: «Y tú vas a estarsobre cinco ciudades». Y vino otro, diciendo: «Señor, aquí está tu mina, que he tenido guardada en un pañuelo; pues te tenía miedo, porque eres un hombre exigente, que recoges lo que no depositaste y siegas lo que no sembraste». Él le contestó*: «Siervo inútil, por tus propias palabraste voy a juzgar. ¿Sabías que yo soy un hombre exigente, que recojo lo que no deposité y siego lo que no sembré? Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, y al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?». Y dijo a los que estaban presentes: «Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas». Y ellos le dijeron: «Señor, él ya tiene diez minas». Os digo, que a cualquiera que tiene, más le será dado, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Pero a estos mis enemigos, que no querían que reinara sobre ellos, traedlos acá y matadlos delante de mí. Habiendo dicho esto, iba delante, subiendo hacia Jerusalén. Y aconteció que cuando se acercó a Betfagé y a Betania, cerca del monte que se llama de los Olivos, envió a dos de los discípulos, diciendo: Id a la aldea que está enfrente, en la cual, al entrar, encontraréis un pollino atado sobre el cual nunca se ha montado nadie; desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: «¿Por qué lo desatáis?», de esta manera hablaréis: «Porque el Señor lo necesita». Entonces los enviados fueron y lo encontraron como Él les había dicho. Mientras desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? Y ellos respondieron: Porque el Señor lo necesita. Y lo trajeron a Jesús, y echando sus mantos sobre el pollino, pusieron a Jesús sobre él. Y mientras Él iba avanzando, tendían sus mantos por el camino. Cuando ya se acercaba, junto a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, regocijándose, comenzó a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡BENDITO EL REY QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas! Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Respondiendo Él, dijo: Os digo que si estos callan, las piedras clamarán.