Dichos del rey Lemuel de Masá, con los cuales su madre le dio instrucción: Hijo mío, fruto de mis entrañas, respuesta de Dios a mis ruegos, ¿qué más te puedo decir? Que no gastes tu energía con mujeres, pues por ellas los reyes se pierden. Y no está bien, Lemuel, que reyes y gobernantes beban vino y bebidas fuertes, pues podrían olvidarse de la ley y violar los derechos de los más humildes. Deja el vino y las bebidas fuertes para los decaídos y deprimidos; ¡que beban y no vuelvan a acordarse de su pobreza y sufrimientos! Levanta la voz por los que no tienen voz; ¡defiende a los indefensos! Levanta la voz, y hazles justicia; ¡defiende a los pobres y a los humildes! Mujer ejemplar no es fácil hallarla; ¡vale más que las piedras preciosas! Su esposo confía plenamente en ella, y nunca le faltan ganancias. Brinda a su esposo grandes satisfacciones todos los días de su vida. Va en busca de lana y lino, y con placer realiza labores manuales. Cual si fuera un barco mercante, trae de muy lejos sus provisiones. Antes de amanecer se levanta y da de comer a sus hijos y a sus criadas. Inspecciona un terreno y lo compra, y con sus ganancias planta viñedos. Se reviste de fortaleza y con ánimo se dispone a trabajar. Cuida de que el negocio marche bien, y de noche trabaja hasta tarde. Con sus propias manos hace hilados y tejidos. Siempre les tiende la mano a los pobres y necesitados. No teme por su familia cuando nieva, pues todos los suyos andan bien abrigados.
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