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Ezequiel 31:1-9

Ezequiel 31:1-9 DHH94I

El día primero del mes tercero del año once, el Señor se dirigió a mí, y me dijo: «Di al faraón, rey de Egipto, y a toda su gente: »“¿Con qué se puede comparar tu grandeza? Pareces un ciprés o un cedro del Líbano, con hermosas ramas que dan sombra al bosque, tan alto que su punta llega a las nubes. La lluvia y el agua del suelo le ayudaron a crecer; se formaron ríos alrededor de donde estaba plantado; sus corrientes regaron todos los árboles de la región. Como tenía tanta agua, creció más que los otros árboles del bosque; sus ramas aumentaron y se extendieron mucho. Aves de todas clases hacían nidos en sus ramas; animales salvajes de toda especie daban a luz debajo de ellas. A su sombra podían vivir naciones numerosas. Era un árbol magnífico, inmenso, con ramas muy largas, pues sus raíces estaban junto a aguas abundantes. Ningún cedro del jardín de Dios se podía comparar a él; ningún pino tenía ramas como las suyas, ningún castaño tenía tantas hojas, ningún árbol del jardín de Dios se le igualaba en belleza. Yo lo hice bello y con mucho ramaje; los demás árboles del Edén, jardín de Dios, le tenían envidia.

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