1 Samuel 9
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Encuentro de Saúl con Samuel#9.1-27 El siguiente relato (9.1—10.16) se refiere a los orígenes de la monarquía israelita desde una perspectiva más favorable que la del cap. 8. Saúl, el primero de los reyes, es objeto de una elección divina (9.16) y consagrado por el profeta Samuel mediante la unción con el aceite sagrado (10.1). El bello episodio aquí relatado suele resumirse en la frase siguiente: «Salió a buscar unas asnas perdidas y encontró una corona real».
1En la tribu de Benjamín había un hombre llamado Quis, que era hijo de Abiel y nieto de Seror; su bisabuelo había sido Becorat, hijo de Afíah. Quis, hombre muy respetado,#9.1 La lista detallada de los antepasados de Saúl indica que éste pertenecía a una familia ilustre. Cf. Mt 1.1-17. 2tenía un hijo, joven y bien parecido,#9.2 Bien parecido: El héroe de esta narración es uno de los personajes bíblicos cuya belleza física se pone de relieve expresamente. Cf. Gn 39.6 (José); Ex 2.2 (Moisés); 1 S 16.12 (David); Est 2.7 (Ester). Véase también 1 R 1.6 n. que se llamaba Saúl. No había otro israelita tan bien parecido como él, pues en estatura ninguno le pasaba del hombro.
3Un día, a Quis se le perdieron sus asnas. Entonces le dijo a su hijo Saúl:
—Prepárate y ve a buscar las asnas. Llévate a uno de los criados.
4Saúl se fue, atravesó la región montañosa de Efraín y pasó por la región de Salisá; pero no encontró las asnas. Pasó también por la región de Saalim y por la de Benjamín, y tampoco las halló. 5Al llegar a la región de Suf,#9.5 Suf: región en la que se encontraba Ramá, la población donde Samuel tenía su residencia (1 S 7.17). Véase 1 S 1.1 nota. dijo Saúl al criado que lo acompañaba:
—Vamos a regresar, pues mi padre debe de estar ya más preocupado por nosotros que por las asnas.
6El criado le contestó:
—En esta ciudad hay un profeta a quien todos respetan, porque todo lo que anuncia sucede sin falta. Vamos allá, y quizá él nos indique el camino que debemos seguir.
7—Vamos, pues —contestó Saúl—. Pero, ¿qué le llevaremos a ese hombre? Ya ni siquiera nos queda pan en las alforjas. No tenemos nada que ofrecerle al profeta.
8El criado respondió:
—Tengo en mi poder una pequeña moneda de plata. Se la daremos al profeta para que nos indique el camino.
9(Antiguamente, cuando algún israelita quería consultar a Dios, decía: «Vamos a ver al vidente»; pues al que ahora se le llama «profeta», antes se le llamaba «vidente».)#9.9 Este paréntesis aclaratorio trata de explicar el significado de una palabra que poco a poco fue cayendo en desuso. El vidente es aquel que tiene una especial capacidad para percibir lo que otros no alcanzan a ver, particularmente lo futuro o lejano (cf. vv. 18-20); un profeta al estilo de Amós o de Isaías, en cambio, es el mensajero de la revelación de Dios, cualquiera que sea el medio a través del cual la palabra divina llega hasta él. Aunque los dos términos no son sinónimos, hay entre ambos un cierto parentesco. Cf. Eclo 46.15.
10—De acuerdo —dijo Saúl—. Vamos allá.
Los dos se dirigieron a la ciudad donde vivía el profeta, 11y cuando iban subiendo la cuesta, en dirección a la ciudad, se encontraron con unas muchachas que iban a sacar agua y les preguntaron:
—¿Es aquí dónde podemos encontrar al vidente?
12Ellas les respondieron:
—Sí, pero se encuentra más adelante. Dense prisa, pues ha venido a la ciudad porque hoy se celebra el sacrificio en el santuario.#9.12 Santuario: Lit. lugar alto, expresión que designa los lugares de culto situados por lo general al aire libre y en alguna colina o elevación fuera de los poblados, donde también se ofrecían sacrificios. Véase 1 R 3.2 n. 13En cuanto lleguen ustedes allí, búsquenlo, antes de que se vaya al santuario para la comida.#9.13 La comida: alusión al banquete ritual que acompañaba a los sacrificios de reconciliación. Véase 1 S 1.25 n. La gente no comerá hasta que él llegue, pues él tiene que bendecir el sacrificio, después de lo cual comerán los invitados. Por eso, vayan ahora, porque en este momento lo encontrarán.
14Ellos continuaron subiendo, rumbo a la ciudad. Y precisamente cuando iban llegando a ella, Samuel salía en dirección contraria, para ir al santuario.
15El día anterior a la llegada de Saúl, el Señor había hecho la siguiente revelación a Samuel: 16«Mañana, a esta misma hora, te mandaré un hombre de la región de Benjamín, a quien deberás consagrar como gobernante de mi pueblo Israel. Él lo librará del dominio de los filisteos, porque me he compadecido de mi pueblo cuando sus quejas han llegado hasta mí.»#9.16 Cf. Ex 3.7,9; Dt 26.7; Jue 3.9,15.
17Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le dijo: «Ahí tienes al hombre de quien te hablé. Este gobernará a mi pueblo.»
18Estando ya en la entrada del pueblo, Saúl se acercó a Samuel y le dijo:
—Por favor, indíqueme usted dónde está la casa del vidente.
19—Yo soy el vidente —respondió Samuel—. Sube delante de mí al santuario, y come hoy conmigo allí. Mañana temprano te contestaré todo lo que me quieras preguntar, y luego te dejaré marchar. 20En cuanto a las asnas que se te perdieron hace tres días, no te preocupes por ellas porque ya las han encontrado. Además, todo lo más deseable de Israel será para ti y para tu familia.
21Saúl respondió:
—¡Pero si yo soy de la tribu de Benjamín,#9.21 Tribu de Benjamín: Cf. Jos 18.11-28. la más pequeña de las tribus de Israel! Además, mi familia es la más insignificante#9.21 La más pequeña... la más insignificante: Esta expresión de humildad recuerda las de otros personajes bíblicos que también fueron elegidos por Dios para cumplir una misión especial (cf. Ex 3.11; 4.10; Jue 6.15; Jer 1.6-7; Lc 1.38). Cf. especialmente Dt 7.7-8; 1 Co 1.26-31. de todas las familias de la tribu de Benjamín. ¿Por qué me dices todo eso?
22Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los llevó al salón y les ofreció el lugar principal entre los presentes, que eran unas treinta personas. 23Luego Samuel dijo al cocinero:
—Trae la ración de carne que te entregué y que te dije que apartaras.
24Inmediatamente el cocinero sacó una pierna entera#9.24 Una pierna entera: traducción probable; heb. oscuro. Otra posible traducción: una pierna y la cola. y se la sirvió a Saúl. Y Samuel le dijo:
—Ahí tienes lo que estaba apartado para ti. Sírvete y come, porque yo la había apartado para ti en esta ocasión en que invité al pueblo.
Saúl comió con Samuel aquel día. 25Y cuando bajaron del santuario a la ciudad, prepararon una cama en la azotea#9.25 La azotea, lugar ventilado y fresco, era un sitio adecuado para alojar a un huésped de honor. Cf. Jue 3.20; 2 R 4.10. para Saúl, 26y Saúl se acostó.#9.25-26 Prepararon una cama... se acostó: según la versión griega (LXX). Heb. y habló con Saúl en la azotea. Al día siguiente, Samuel llamó a Saúl en la azotea y le dijo:
—Levántate, y sigue tu viaje.
Saúl se levantó. Después salieron él y Samuel a la calle, 27y cuando bajaban hacia las afueras de la ciudad, Samuel le dijo a Saúl:
—Manda al criado que se adelante, y tú espera un poco, que tengo que comunicarte lo que Dios me ha dicho.
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Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.