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JUAN 21

21
Jesús y la pesca milagrosa #El capítulo 21 ha generado algunos cuestionamientos sobre su composición, que se dan a partir del racionalismo en el siglo XVIII. Los estudios exegéticos y lingüísticos de Juan consideran que este capítulo 21 es un añadido posterior a la composición original, la razón fundamental para tal opinión se basa en la estructura lingüística y semántica del idioma que es muy diferente a los primeros 20 capítulos. El argumento fuerte para afirmar que el capítulo 21 es una interpolación y que el autor es otro, es la diferencia lingüística; el capítulo 21 carece del griego lúcido, enfático, decorativo y repetitivo presente en todos los capítulos anteriores. La teoría más aceptada sobre la inclusión del capítulo a la obra general dice que el copista o el redactor del Evangelio de Juan, escribió el capítulo 21 para enfatizar la resurrección de Cristo. Si leemos con atención, realmente el Evangelio termina en el capítulo 20:30-31, estos dos últimos versículos cierran la idea de la resurrección de Jesús y mencionan el propósito principal del porqué y para qué se escribió este libro.
1Poco tiempo después, Jesús se manifestó de nuevo a sus discípulos junto al mar de Tiberias, de la siguiente manera:
2Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y dos discípulos más.
3Dijo Simón Pedro:
– Voy a pescar.
Los discípulos le dijeron:
– Nosotros vamos contigo.
Salieron y entraron a la barca, y en aquella noche no pescaron nada.
4Cuando estaba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; sin embargo, los discípulos no reconocieron que era Jesús.
5Jesús dijo:
– Muchachos, ¿ustedes no tienen algo de comer para que me den?
Le respondieron:
– No.
6Replicó Jesús:
– Echen la red hacia la derecha de la barca, y encontrarán los peces.
Inmediatamente la echaron y no podían halar la red por la multitud de peces.
7Dijo el discípulo amado a Pedro:
– ¡Es el Señor!
Entonces Simón Pedro, al oír que era el Señor, se puso la ropa, ya que se la había quitado para trabajar, y se arrojó al mar.
8Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red llena de peces; no estaban lejos de la orilla, sino como a cien metros.
9Cuando desembarcaron en tierra, vieron unas brasas encendidas, había pescado y pan asándose.
10Dijo Jesús:
– Traigan algunos de los peces que acaban de pescar.
11Simón Pedro subió a la barca y arrastró la red a tierra, estaba llena de grandes peces, eran ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, no se rompió la red.
12Jesús les dijo:
– Vengan y coman.
Ninguno de sus discípulos se atrevió a preguntar:
– ¿Tú quién eres?
Ellos sabían que era el Señor.
13Jesús tomó el pan y se los dio y lo mismo hizo con el pescado.
14Ya era la tercera vez que Jesús se había manifestado a sus discípulos, después de haber resucitado de entre los muertos.
Jesús y Pedro
15Cuando comieron, Jesús le dijo a Simón Pedro:
– Simón, hijo de Juan, ¿me amas con el amor sacrificial, y estás dispuesto a dar la vida por mí, más que estos?
Pedro le contestó:
– Sí Señor, Tú sabes que te quiero mucho, pero no tanto como para dar la vida por ti.
Jesús le replicó:
– Necesito que me ames con el amor sacrificial, como requisito para apacentar mis ovejas.
16Jesús le preguntó a Pedro por segunda vez:
– Simón, hijo de Juan, ¿me amas con el amor sacrificial, y estás dispuesto a dar la vida por mí?
Pedro le contestó por segunda vez:
– Sí Señor, Tú sabes que te quiero mucho, pero no tanto como para dar la vida por ti.
Jesús le replicó:
– Necesito que me ames con el amor sacrificial, como requisito para apacentar mis ovejas.
17Jesús le dijo a Pedro por tercera vez:
– ¿Me amas con amor sacrificial, y estás dispuesto a dar la vida por mí?
Pedro se entristeció de que le preguntase por tercera vez y le dijo:
– Señor, Tú conoces todas las cosas, Tú me conoces íntimamente, sabes que solamente te amo sentimentalmente, pero aún no te amo sacrificialmente.
Jesús le dijo:
– Necesito que me ames con el amor sacrificial, como requisito fundamental para ser pastor de ovejas.
18Jesús siguió diciendo:
– En verdad, en verdad te digo, cuando eras joven, te vestías y te ibas donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás tus manos y otro te vestirá, y te llevará donde no quieres ir.
19Esto dijo para dar a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios. Después de eso añadió:
– ¡Sígueme!
Jesús y el discípulo amado
20Volviéndose Pedro, vio al discípulo amado que lo seguía, el mismo que puso su cabeza en el hombro de Jesús, y el que le había preguntado a Jesús:
– ¿Señor, quién es el que te va a entregar?
21Viendo Pedro al discípulo amado, le preguntó a Jesús:
– Señor, ¿qué va a pasar con él?
22Jesús le contestó:
– Si quiero que él permanezca hasta que yo venga, ¿qué tienes que ver con eso? Tú Pedro, ¡sígueme!
23Este dicho de Jesús se interpretó entre los hermanos como que aquel discípulo amado no moriría, pero Jesús no dijo que no moriría, lo que dijo fue:
– Si quiero que él permanezca hasta que yo venga, ¿qué tienes que ver con eso?
24Este discípulo amado es el que testifica todas estas cosas, y el que escribió este libro, y sabemos que su testimonio es verdadero.
25Jesús también hizo muchas otras cosas, las cuales no se han escrito una por una, pero si se hubieran escrito todas, todos los libros aún no serían suficientes para escribirlas.

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