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Apocalipsis 18:11-24

Apocalipsis 18:11-24 TLA

También lo lamentarán los comerciantes del mundo, y llorarán, pues ya no habrá quien les compre nada. Porque Babilonia les compraba cargamentos de oro, plata, joyas y perlas; cargamentos de ropa hecha de lino fino y de seda, de colores púrpura y rojo; toda clase de maderas finas y olorosas, y objetos de marfil, de bronce, de hierro y de mármol; cargamentos de canela y de especias aromáticas, perfumes y aceites perfumados; cargamentos de vino, aceite, harina fina y trigo; de ganado, ovejas, caballos, carrozas, esclavos y prisioneros de guerra. Y le dirán a Babilonia: «Ya no tienes las riquezas que tanto te gustaban; has perdido para siempre todos tus lujos y joyas.» Esos comerciantes, que se hicieron ricos vendiendo todo esto a Babilonia, se mantendrán alejados por miedo a ser castigados con ella. Y entre lágrimas y lamentos dirán: «¡Ay, qué terrible! ¡Pobrecita de ti, gran ciudad poderosa! Te vestías con ropas de lino fino, con ropas de color púrpura y rojo, y te adornabas con oro, joyas y perlas. ¡En un abrir y cerrar de ojos se acabó tanta riqueza!» Todos los capitanes de barco, los que viajaban por mar, los marineros y los comerciantes se mantuvieron alejados. Y al ver el humo de la ciudad en llamas, gritaron: «¡Nunca ha existido una ciudad tan poderosa como Babilonia!» Además, se echaron ceniza en la cabeza para mostrar su tristeza, y entre llantos y lamentos gritaban: «¡Ay, qué terrible! ¡Pobrecita de ti, gran ciudad poderosa! Con tus riquezas se hicieron ricos todos los comerciantes del mar. ¡Y en un abrir y cerrar de ojos has quedado destruida! »¡Alégrense ustedes los santos, que viven en el cielo, pues Dios ha destruido a la gran ciudad! ¡Alégrense ustedes los apóstoles, y ustedes los profetas, pues Dios ha castigado a Babilonia por todo el mal que les hizo!» Entonces un poderoso ángel tomó una roca, grande como piedra de molino, y la arrojó al mar diciendo: «Babilonia, gran ciudad poderosa, ¡así serás destruida, y nunca más volverán a verte! »¡Nunca más se escuchará en tus calles música de arpas, ni de flautas o trompetas! »¡Nunca más habrá en tus calles gente de diferentes oficios, ni volverá a escucharse en ti el ruido de la piedra del molino! »¡Nunca más brillará en ti la luz de una lámpara, ni se escuchará la alegría de una fiesta de bodas! Porque tus comerciantes eran los más poderosos del mundo, y tú engañaste con tus brujerías a todos los países.» Dios castigó a esa gran ciudad, porque ella es la culpable de haber matado a los profetas y a los del pueblo de Dios. En efecto, ella mató a muchos en todo el mundo.