1 (2b) ¡Dios mío, yo te amo porque tú me das fuerzas! 2 (3) Tú eres para mí la roca que me da refugio; ¡tú me cuidas y me libras! Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder. ¡Tú eres mi más alto escondite! 3 (4) Tú mereces que te alabe porque, cuando te llamo, me libras de mis enemigos. 4 (5) Hubo una vez en que la muerte quiso atraparme entre sus lazos, fui arrastrado por una corriente que todo lo destruía. 5 (6) Me vi atrapado por la muerte, me vi al borde de la tumba. 6 (7) Lleno de angustia llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo, ¡mi oración llegó hasta sus oídos! 7 (8) Hubo un temblor de tierra, y la tierra se estremeció. También los cerros temblaron desde sus cimientos; ¡temblaron por el enojo de Dios! 8 (9) Echaba humo por la nariz, arrojaba fuego por la boca, y lanzaba carbones encendidos. 9 (10) Dios partió el cielo en dos y bajó sobre una espesa nube. 10 (11) Cruzó los cielos sobre un querubín; se fue volando sobre las alas del viento. 11 (12) Se escondió en la oscuridad, entre las nubes cargadas de agua que lo cubrían por completo. 12 (13) ¡De su grandioso trono salían nubes, granizos y carbones encendidos! 13 (14) De pronto, en el cielo se oyó una voz de trueno: ¡era la voz del Dios altísimo que se dejó escuchar entre granizos y carbones encendidos! 14 (15) Arrojó sus relámpagos como si disparara flechas; ¡dispersó a sus enemigos, y los hizo salir corriendo! 15 (16) Dios mío, tú reprendiste al mar, y por causa de tu enojo el fondo del mar quedó a la vista. En tu enojo resoplaste, y los cimientos de la tierra quedaron al descubierto.
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