Yo amo a mi Dios porque él escucha mis ruegos. Toda mi vida oraré a él porque me escucha. La muerte me tenía atrapado; me dominaba el miedo de morir. ¡Sentí una angustia terrible! Entonces le rogué a Dios que me salvara la vida. Mi Dios es justo y compasivo; es un Dios tierno y cariñoso que protege a los indefensos. Yo no tenía quien me defendiera, y él vino en mi ayuda. Dios mío, tú has sido bueno conmigo; ya puedo dormir tranquilo. Me libraste de la muerte, me secaste las lágrimas, y no me dejaste caer. Mientras tenga yo vida, siempre te obedeceré. Confío en ti, mi Dios, aunque reconozco que estoy muy afligido. Demasiado pronto he dicho que no hay nadie en quien confiar. ¿Cómo podré, mi Dios, pagarte todas tus bondades?
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