Pero ellos prefirieron adorar al dios Baal de la ciudad de Pegor, y comieron de las ofrendas que se hacen a dioses muertos. Con esas malas acciones hicieron enojar a Dios, y él les mandó un terrible castigo. Pero un hombre llamado Finees intervino en favor de ellos y logró que Dios no los castigara. Por eso Finees será siempre recordado por este acto de justicia. Junto a las aguas de Meribá los israelitas hicieron enojar a Dios, y por culpa de ellos le fue muy mal a Moisés; tanto le amargaron el ánimo que Moisés no midió sus palabras.
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