1-2 (2-3) Dios mío, escucha mi oración; atiende a mis ruegos. No tardes en responderme cuando te llame; no me des la espalda cuando me encuentre angustiado. 3 (4) La vida es como el humo y se me escapa. Los huesos me arden de dolor; parecen carbones encendidos. 4 (5) Me siento muy afligido; hasta parezco hierba marchita. ¡Ni ganas de comer tengo, y hasta los huesos se me ven! 5 (6) ¡Es muy grande mi angustia! 6-7 (7-8) Estoy tan triste y solitario como un buitre en el desierto, como un búho entre las ruinas, como un gorrión sobre el tejado. ¡Hasta he perdido el sueño! 8 (9) No pasa un solo día sin que mis enemigos me ofendan; ¡hasta me echan maldiciones! 9 (10) Mi comida y mi bebida son mi propio llanto. 10 (11) ¡Te enojaste, te llenaste de furia! ¡Me levantaste, para derribarme después! 11 (12) Mi vida va pasando como las sombras en la noche; ¡me estoy marchitando como la hierba! 12 (13) Pero tú, mi Dios, eres el rey eterno y vives para siempre.
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