Salmos 102:1-12
Salmos 102:1-12 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Escucha, SEÑOR, mi oración; llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro cuando me encuentro angustiado. Inclina a mí tu oído; respóndeme pronto cuando te llame. Pues mis días se desvanecen como el humo; los huesos me arden como brasas. Mi corazón decae y se marchita como la hierba; ¡hasta he perdido el apetito! Por causa de mis fuertes quejidos se pueden contar mis huesos. Parezco un búho del desierto; soy como un búho entre las ruinas. No logro conciliar el sueño; parezco ave solitaria sobre el techo. A todas horas me insultan mis enemigos, y hasta usan mi nombre para maldecir. Las cenizas son todo mi alimento; mis lágrimas se mezclan con mi bebida. Por tu enojo, por tu indignación me levantaste para luego arrojarme. Mis días son como sombras nocturnas; me voy marchitando como la hierba. Pero tú, SEÑOR, reinas eternamente; tu nombre perdura por todas las generaciones.
Salmos 102:1-12 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
1-2 (2-3) Dios mío, escucha mi oración; atiende a mis ruegos. No tardes en responderme cuando te llame; no me des la espalda cuando me encuentre angustiado. 3 (4) La vida es como el humo y se me escapa. Los huesos me arden de dolor; parecen carbones encendidos. 4 (5) Me siento muy afligido; hasta parezco hierba marchita. ¡Ni ganas de comer tengo, y hasta los huesos se me ven! 5 (6) ¡Es muy grande mi angustia! 6-7 (7-8) Estoy tan triste y solitario como un buitre en el desierto, como un búho entre las ruinas, como un gorrión sobre el tejado. ¡Hasta he perdido el sueño! 8 (9) No pasa un solo día sin que mis enemigos me ofendan; ¡hasta me echan maldiciones! 9 (10) Mi comida y mi bebida son mi propio llanto. 10 (11) ¡Te enojaste, te llenaste de furia! ¡Me levantaste, para derribarme después! 11 (12) Mi vida va pasando como las sombras en la noche; ¡me estoy marchitando como la hierba! 12 (13) Pero tú, mi Dios, eres el rey eterno y vives para siempre.
Salmos 102:1-12 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Señor, escucha mi oración; ¡deja que mi queja llegue a tus oídos! No te alejes de mí cuando me veas angustiado; inclina a mí tu oído, ¡respóndeme pronto cuando te invoque! Mi vida se va desvaneciendo, como el humo; mis huesos se deshacen, como tizón quemado. Débil está mi corazón, y seco cual la hierba; ¡hasta me he olvidado de comer! Tanto he llorado que los huesos se me pegan a la carne. Soy como los pelícanos del desierto; ¡soy como los búhos de las soledades! Ya no duermo, y hasta me siento como un pájaro solitario sobre el tejado. Todos los días me insultan mis enemigos; se confabulan y hacen planes contra mí. El pan que como, me sabe a ceniza; lo que bebo, se mezcla con mis lágrimas. ¡Y es porque estás enojado conmigo! ¡Primero me elevas, y luego me dejas caer! Mi vida se diluye como una sombra; ¡me voy secando como la hierba! Pero tú, Señor, permaneces para siempre, y todas las generaciones te recordarán.
Salmos 102:1-12 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
1 (2) Señor, escucha mi oración, ¡permite que mi grito llegue a ti! 2 (3) No escondas de mí tu rostro cuando me encuentre angustiado; ¡dígnate escucharme!, ¡respóndeme pronto cuando te llame! 3 (4) Pues mi vida se acaba como el humo, mis huesos arden como brasas, 4 (5) mi corazón está decaído como la hierba marchita; ¡ni aun deseos tengo de comer! 5 (6) La piel se me pega a los huesos de tanto gemir. 6 (7) Soy como una lechuza del desierto, como un búho entre las ruinas. 7 (8) No duermo. Soy como un pájaro solitario en el tejado. 8 (9) Mis enemigos me ofenden sin cesar y usan mi nombre para maldecir. 9 (10) En vez de pan, como ceniza; en mi bebida se mezclan mis lágrimas, 10 (11) por causa de tu enojo y tu furor, pues me alzaste para derribarme después. 11 (12) Mis días pasan como una sombra; me voy marchitando como la hierba. 12 (13) Pero tú, Señor, reinas por siempre; ¡tu nombre será siempre recordado!
Salmos 102:1-12 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Jehová, escucha mi oración, Y llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; Inclina a mí tu oído; Apresúrate a responderme el día que te invocare. Porque mis días se han consumido como humo, Y mis huesos cual tizón están quemados. Mi corazón está herido, y seco como la hierba, Por lo cual me olvido de comer mi pan. Por la voz de mi gemido Mis huesos se han pegado a mi carne. Soy semejante al pelícano del desierto; Soy como el búho de las soledades; Velo, y soy Como el pájaro solitario sobre el tejado. Cada día me afrentan mis enemigos; Los que contra mí se enfurecen, se han conjurado contra mí. Por lo cual yo como ceniza a manera de pan, Y mi bebida mezclo con lágrimas, A causa de tu enojo y de tu ira; Pues me alzaste, y me has arrojado. Mis días son como sombra que se va, Y me he secado como la hierba. Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre, Y tu memoria de generación en generación.
Salmos 102:1-12 La Biblia de las Américas (LBLA)
Oh SEÑOR, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina hacia mí tu oído; el día en que te invoco, respóndeme pronto. Porque mis días han sido consumidos en humo, y como brasero han sido quemados mis huesos. Mi corazón ha sido herido como la hierba y se ha secado, y hasta me olvido de comer mi pan. A causa de la intensidad de mi gemido mis huesos se pegan a la piel. Me parezco al pelícano del desierto; como el búho de las soledades he llegado a ser. No puedo dormir; soy cual pájaro solitario sobre un tejado. ¶Mis enemigos me han afrentado todo el día; los que me escarnecen han usado mi nombre como maldición. Porque cenizas he comido por pan, y con lágrimas he mezclado mi bebida, a causa de tu indignación y de tu enojo; pues tú me has levantado y me has rechazado. Mis días son como sombra que se alarga; y yo me seco como la hierba. ¶Mas tú, SEÑOR, permaneces para siempre, y tu nombre por todas las generaciones.
Salmos 102:1-12 Nueva Traducción Viviente (NTV)
SEÑOR, ¡oye mi oración! ¡Escucha mi ruego! No te alejes de mí en el tiempo de mi angustia. Inclínate para escuchar y no tardes en responderme cuando te llamo. Pues mis días desaparecen como el humo, y los huesos me arden como carbones al rojo vivo. Tengo el corazón angustiado, marchito como la hierba, y perdí el apetito. Por mi gemir, quedé reducido a piel y huesos. Soy como un búho en el desierto, como un búho pequeño en un lugar remoto y desolado. Me acuesto y sigo despierto, como un pájaro solitario en el tejado. Mis enemigos se burlan de mí día tras día; se mofan de mí y me maldicen. Me alimento de cenizas; las lágrimas corren por mis mejillas y se mezclan con mi bebida, a causa de tu enojo y de tu ira, pues me levantaste y me echaste. Mi vida pasa tan rápido como las sombras de la tarde; voy marchitándome como hierba. Pero tú, oh SEÑOR, te sentarás en tu trono para siempre; tu fama durará por todas las generaciones.