»El rey Nabucodonosor se sentía tan importante y poderoso, que empezó a tratar mal a la gente. Por eso Dios le quitó el reino, y Nabucodonosor no pudo seguir viviendo entre la gente, pues se portaba como un animal. Vivía entre los burros salvajes, comía pasto como los toros, y se bañaba con el rocío del cielo. Así vivió hasta que reconoció que solo el Dios altísimo reina sobre todas las naciones, y que solo él decide quién puede ser rey. »Su Majestad ya sabía todo esto, y aunque lo sabía no quiso ser humilde. Al contrario, Su Majestad mandó traer las copas del templo de Dios, y en ellas bebieron Su Majestad y todos sus invitados. Para colmo, en vez de que usted adorara al Dios que lo hizo y que tiene poder sobre su vida, tanto usted como sus invitados adoraron a sus dioses. ¡Esos dioses no pueden ver ni oír ni pensar, pues están hechos de metal, madera y piedra! »Tales acciones de Su Majestad hicieron enojar al Dios del cielo. Por eso él mandó que la mano escribiera: “mené, mené, tekel y parsín”, y esto es lo que significan estas palabras: »“Mené” quiere decir que Dios ha decidido poner fin al reinado de Su Majestad. “Tekel” quiere decir que Dios concedió a Su Majestad una oportunidad, pero Su Majestad no la aprovechó. “Parsín” quiere decir que Dios partirá en dos el reino de Su Majestad, y que se lo dará a los medos y a los persas.» Enseguida el rey Belsasar ordenó que vistieran a Daniel como a un príncipe. También hizo anunciar que, en todo el reino, Daniel tendría el tercer lugar de mayor importancia y autoridad. Y esa misma noche mataron a Belsasar, rey de los babilonios. 31 (6.1) Así Darío llegó a ser rey de los medos. Cuando esto sucedió, Darío tenía sesenta y dos años.
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