Todos caímos al suelo. Luego oí una voz que venía del cielo, y que me dijo en arameo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¡Solo los tontos pelean contra mí!” »Entonces respondí: “¿Quién eres, Señor?” »Él me contestó: “Yo soy Jesús. Es a mí a quien estás persiguiendo. Levántate, porque me he aparecido ante ti para nombrarte como uno de mis servidores. Quiero que anuncies lo que ahora sabes de mí, y también lo que sabrás después. Te enviaré a hablar con los judíos y con los que no son judíos, y no dejaré que ninguno de ellos te haga daño. Quiero que hables con ellos, para que se den cuenta de todo lo malo que hacen, y para que comiencen a obedecer a Dios. Ellos ahora caminan como si estuvieran ciegos, pero tú les abrirás los ojos. Así dejarán de obedecer a Satanás, y obedecerán a Dios. Podrán creer en mí, y Dios les perdonará sus pecados. Así serán parte del santo pueblo de Dios.” »Gran rey Agripa, yo no desobedecí esa visión que Dios puso ante mí.
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