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2 Samuel 22:26-51

2 Samuel 22:26-51 TLA

Tú eres fiel con los que te son fieles, y tratas bien a quienes bien se comportan. Eres sincero con los que son sinceros, pero con los tramposos demuestras ser más astuto. A la gente humilde le concedes la victoria, pero a los orgullosos los haces salir derrotados. »Dios mío, tú alumbras mi vida; tú iluminas mi oscuridad. Con tu ayuda venceré al enemigo y podré conquistar sus ciudades. Tus enseñanzas son perfectas, tu palabra no tiene defectos. Tú proteges como un escudo a los que buscan refugio en ti. Dios de Israel, solo tú eres Dios; ¡solo tú puedes protegernos! ¡Solo tú me llenas de valor y me guías por el buen camino! ¡Tú me das fuerzas para correr con la velocidad de un venado! Cuando ando por las altas montañas, tú no me dejas caer. Tú me enseñas a enfrentarme a mis enemigos; tú me das valor para vencerlos. Tú me das tu protección; me salvas con tu gran poder y me concedes la victoria. Me despejas el camino para que no tenga yo tropiezos. »Perseguí a mis enemigos y los alcancé, y no volví hasta haberlos destruido. Los derroté por completo; ¡los aplasté bajo mis pies, y no volvieron a levantarse! Tú me llenaste de valor para entrar en combate; tú hiciste que los rebeldes cayeran derrotados a mis pies. Me hiciste vencer a mis enemigos, y acabé con los que me odiaban. A gritos pedían ayuda, pero nadie fue a salvarlos. Hasta de ti pedían ayuda, pero tampoco tú los salvaste. Los deshice por completo: ¡quedaron como el polvo que se lleva el viento! ¡Me di gusto aplastándolos como al lodo de la calle! »Dios mío, tú me libras de la gente que anda buscando pelea; me hiciste jefe de naciones, y gente extraña que yo no conocía ahora está dispuesta a servirme. Tan pronto esos extranjeros me oyen, se desaniman por completo y temblando salen de sus escondites dispuestos a obedecerme. »¡Bendito seas, mi Dios, tú que vives y me proteges! ¡Alabado seas, mi Dios y Salvador! ¡Tú me permitiste vengarme de mis enemigos! ¡Tú pusiste a los pueblos bajo mi dominio! Tú me pusiste a salvo de la furia de mis enemigos. Me pusiste por encima de mis adversarios, y me libraste de gente violenta. Por eso, Dios mío, yo te alabo y te canto himnos en medio de las naciones. Tú siempre le das la victoria al rey que pusiste sobre Israel. Tú siempre les muestras tu amor a David y a sus herederos.»