Solo hay un Dios, y solo hay uno que puede ponernos en paz con Dios: Jesucristo, el hombre. Jesús dio su propia vida para salvar a todo el mundo. En el momento oportuno, Dios nos demostró que quiere salvar a todos. Dios me envió a dar esta buena noticia a los que no son judíos. Debo enseñarles la verdad y lo que significa confiar en Dios. ¡Les aseguro que no estoy mintiendo, sino que digo la verdad! Deseo que en todas partes los varones dejen de discutir y de enojarse, y que en vez de eso sean buenos cristianos y oren. También deseo que las mujeres se vistan con sencillez, decencia y modestia. Que no usen peinados exagerados, ni joyas de oro o adornos de perlas ni ropa muy cara. Más bien, que se preocupen por hacer lo bueno, como se espera de las mujeres que aman y respetan a Dios. Quiero que las mujeres aprendan en silencio lo que se les enseñe, y que sean obedientes. Y no permito que las mujeres enseñen en las reuniones de la iglesia, ni que les den órdenes a los hombres.
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