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1 Samuel 9:14-27

1 Samuel 9:14-27 TLA

Un día antes de que Saúl llegara, Dios le había dicho a Samuel: «Mañana vendrá a buscarte un hombre de la tierra de Benjamín. Ese hombre reinará sobre mi pueblo y lo librará del poder de los filisteos. Ya he escuchado las quejas de mi pueblo, y he visto cómo sufre. Así que tú vas a derramar aceite sobre su cabeza, en señal de que será jefe de mi pueblo». Cuando Saúl y su sirviente iban entrando al pueblo, Samuel vio a Saúl. En ese momento Dios le dijo a Samuel: «Este hombre va a reinar sobre mi pueblo». Entonces Samuel se acercó a ellos, y Saúl le preguntó: —¿Podría usted decirme dónde está la casa del vidente? Y Samuel le contestó: —Yo soy el vidente. Adelántate al santuario del cerro, porque allí comeremos juntos, y mañana podrás regresar a tu casa. Ahora mismo voy a decirte lo que quieres saber: Deja de preocuparte por las burras que se perdieron hace tres días, pues ya las encontraron. Además, todo lo mejor de Israel será para ti y para tu familia. Saúl, sorprendido, le contestó: —¿Por qué me dice usted todo esto? La tribu de Benjamín, a la que pertenezco, es la más pequeña en Israel, y mi familia es la menos importante de esa tribu. En el comedor había como treinta invitados, pero Samuel hizo que Saúl y su ayudante se sentaran en el lugar más importante. Luego, Samuel le dijo al cocinero: «Trae la carne que te ordené que apartaras». Enseguida el cocinero trajo una pierna entera y se la sirvió a Saúl. Entonces Samuel le dijo a Saúl: «Esta es la mejor parte de la carne. Come, pues la aparté para que hoy la comieras junto con esta gente». Samuel y Saúl comieron juntos ese día. Cuando terminaron, bajaron del santuario y se dirigieron a la casa de Samuel, que estaba en el pueblo. Allí, Samuel habló con Saúl en la azotea de su casa. Como la azotea era el lugar más fresco para dormir, allí mismo le prepararon a Saúl una cama, y Saúl se durmió. Al día siguiente, por la mañana, Samuel subió a la azotea y le dijo a Saúl: «Levántate ya, que tienes que regresar a tu casa». Saúl se levantó y salió de la casa con Samuel. Cuando ya iban a salir de la ciudad, Samuel le dijo a Saúl: «Dile a tu sirviente que se adelante, pues tengo que darte un mensaje de parte de Dios».