La palabra del Señor de los ejércitos vino a mí, y me dijo:
«Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Es tan grande mi amor por Sión, que me lleno de celos y de ira.
»Así ha dicho el Señor: Yo he restaurado a Sión, y viviré en medio de Jerusalén. Y Jerusalén será llamada “Ciudad de la Verdad”, y el monte del Señor de los ejércitos será llamado “Monte Santo”.
»Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Las calles de Jerusalén han de verse todavía habitadas por ancianos y ancianas, de edad tan avanzada que cada uno llevará su bastón en la mano.
Y todavía volverán a llenarse sus calles con niños y niñas que jugarán en ellas.
»Así dice el Señor de los ejércitos: Cuando llegue el día, esto podrá parecerles sorprendente a los sobrevivientes de este pueblo, pero ¿habrá de parecerme sorprendente también a mí?
—Palabra del Señor de los ejércitos.
»Así ha dicho el Señor de los ejércitos: ¡Miren! Yo salvaré a mi pueblo del país de oriente, y del país de occidente.
Yo los traeré, y los haré habitar en el corazón mismo de Jerusalén, y ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios en verdad y en justicia.
»Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Ustedes, los que ahora y desde que se echaron los cimientos del templo del Señor de los ejércitos para edificar el templo, escuchan estas palabras de labios de los profetas, ¡ármense de valor!
Porque antes de ahora, por culpa del enemigo ni los trabajadores recibían su salario ni los animales recibían su alimento, ni había paz tampoco para los que salían de viaje o volvían, pues yo puse a todos en contra de todos.
Pero a los sobrevivientes de este pueblo no los trataré como antes lo hice.
—Palabra del Señor de los ejércitos.
»Más bien, habrá paz cuando se siembre, y las vides darán su fruto, y la tierra rendirá sus cosechas, y los cielos prodigarán su rocío. Yo haré que los sobrevivientes de este pueblo tomen posesión de todo esto.
Así que ustedes, los de la casa de Judá y de la casa de Israel, no deben tener miedo de nada, sino armarse de valor, porque así como han sido motivo de maldición entre las naciones, así también los salvaré, para que sean motivo de bendición.
»Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Así como pensé en hacerles daño cuando sus padres me hicieron enojar, y no me arrepentí, yo, el Señor de los ejércitos, les digo
que, por el contrario, ahora he decidido tratar con bondad a Jerusalén y a la casa de Judá. Así que no tengan miedo.
Lo que sí deben hacer es hablar siempre a su prójimo con la verdad, y juzgar en sus tribunales siempre con apego a la verdad y a lo conducente a la paz.
Nadie debe pensar en hacerle daño a su prójimo, ni deleitarse en hacer juramentos falsos, porque nada de esto lo soporto.»
—Palabra del Señor.
La palabra del Señor de los ejércitos vino a mí, y me dijo:
«Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Los ayunos del cuarto mes, y de los meses quinto, séptimo y décimo, serán para la casa de Judá motivo de gozo y alegría, y de gran celebración. Así que amen la verdad y la paz.
»Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Van a venir pueblos y habitantes de muchas ciudades,
los cuales irán de ciudad en ciudad, diciendo: “Vayamos a implorar el favor del Señor. Vayamos a buscar al Señor de los ejércitos. Yo también iré.”
Y muchos pueblos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén, para buscarme e implorar mi favor. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos.
»Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Cuando lleguen esos días, diez hombres de diferentes naciones y lenguas se aferrarán al manto de un judío y le dirán: “¡Permítannos acompañarlos, pues sabemos que Dios está con ustedes!”»