Con mi voz clamé a Dios; a Dios clamé, y él me escuchó. Busqué al Señor cuando me vi angustiado; por las noches, sin cesar, a él levanté mis manos; pues mi alma rehusaba ser consolada. Me acordé de Dios, y me sentí conmovido; al quejarme, mi ánimo decaía. Dios no me dejaba pegar los ojos; tan quebrantado estaba yo, que no podía hablar. Pensaba yo en los días de antaño, en los años de tiempos pasados. Me acordaba de mis cánticos nocturnos, y en mi corazón meditaba, y mi espíritu inquiría: «¿Nos abandonará el Señor para siempre? ¿Acaso no volverá a tratarnos con bondad? ¿Se habrá agotado para siempre su misericordia? ¿Habrá puesto fin para siempre a su promesa? ¿Se habrá olvidado Dios de tener misericordia? ¿Habrá, en su enojo, puesto un límite a su piedad?» También me dije: «Debo estar enfermo. ¿Cómo puedo pensar que la diestra del Altísimo ha cambiado? Es mejor que haga memoria de las obras del Señor.» Sí, haré memoria de tus maravillas de antaño; meditaré en todas tus obras, y proclamaré todos tus hechos.
Leer Salmos 77
Compartir
Comparar todas las versiones: Salmos 77:1-12
¡Guarda versículos, lee sin conexión, mira videos didácticos y más!
Inicio
Biblia
Planes
Videos