Sálvame, oh Dios, porque las aguas me han llegado hasta el cuello. Me encuentro hundido en profundo pantano, y no hallo dónde poner el pie. He caído en aguas abismales, y me cubre la corriente. Ya me canso de llamar; ronca está mi garganta; mis ojos desfallecen en espera de mi Dios. Son más los que me odian sin motivo, que los cabellos de mi cabeza. Son muy poderosos mis enemigos, los que sin razón quieren destruirme. ¿Acaso he de pagar lo que no he robado?
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