Estos son también proverbios de Salomón, copiados por escribas de Ezequías, rey de Judá:
Encubrir un asunto es honroso para Dios;
descubrirlo, es honroso para el rey.
No hay manera de investigar
lo que hay en las alturas de los cielos,
ni lo que hay en las profundidades de la tierra,
ni lo que hay en el corazón de los reyes.
Limpia la plata de la escoria,
y el fundidor sacará de ella una alhaja.
Aparta al impío de la presencia del rey,
y su trono se afirmará en justicia.
No te alabes en presencia del rey
ni ocupes un lugar entre gente importante.
Es mejor que se te invite a subir,
y no ser humillado en presencia del príncipe.
Lo que veas con tus propios ojos
no lo pongas enseguida en disputa,
no sea que al final no sepas qué hacer,
y tu prójimo acabe por ponerte en vergüenza.
Defiende tu caso ante tu compañero,
y no reveles a nadie el secreto;
no sea que alguien te oiga y te deshonre,
y ya no puedas reparar tu mala fama.
Manzana de oro con adornos de plata:
¡eso es la palabra dicha cuando conviene!
Zarcillo de oro, alhaja de oro fino:
¡eso es la reprensión sabia en los oídos atentos!
Fresca nieve en un día caluroso:
¡eso es el mensajero fiel para quien lo envía!
A su amo le infunde paz y energía.
Un ventarrón, una nube sin lluvia:
¡eso es quien presume de ser generoso!
La mucha paciencia aplaca al príncipe;
la lengua afable quiebra los huesos más duros.
Si encuentras miel, come sin hartarte:
no sea que te hastíes y la vomites.
Aleja tus pasos de la casa del vecino,
no sea que, harto de ti, acabe por odiarte.
Martillo, cuchillo, aguda saeta:
¡eso es quien atestigua en falso contra su prójimo!
Como tener un diente roto, o zafarse un pie,
así es confiar en un pillo en tiempos de angustia.
Cantar canciones al corazón afligido
es como desnudarse en tiempo de frío
o como echar vinagre en una herida abierta.
Si el que te odia tiene hambre, dale de comer;
y si tiene sed, dale de beber.
Así harás que se avergüence de su conducta,
y el Señor habrá de recompensarte.