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Proverbios 25:1-22

Proverbios 25:1-22 NVI

También estos son otros proverbios de Salomón, copiados por los escribas de Ezequías, rey de Judá. La gloria de Dios es ocultar un asunto y la gloria de los reyes es investigarlo. Tan impenetrable es el corazón de los reyes como alto es el cielo y profunda la tierra. Quita la escoria de la plata y de allí saldrá material para el orfebre; quita de la presencia del rey a oficiales malvados y el rey afirmará su trono en la justicia. No te des importancia en presencia del rey ni reclames un lugar entre la gente importante; vale más que el rey te diga: «Sube acá» y no que te humille ante gente importante. Lo que has visto con tus ojos no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza? Defiende tu causa contra tu prójimo, pero no traiciones la confianza de nadie, no sea que te avergüence el que te oiga y ya no puedas quitarte la infamia. Como manzanas de oro con incrustaciones de plata son las palabras dichas a tiempo. Como anillo o collar de oro fino son los regaños del sabio en oídos atentos. Como frescura de nieve en día de la cosecha es el enviado confiable para quien lo envía, pues infunde nuevo ánimo en sus amos. Nubes y viento, y nada de lluvia, es quien presume de dar y nunca da nada. Con paciencia se convence al gobernante. ¡La lengua amable quebranta hasta los huesos! Si encuentras miel, no te empalagues; la mucha miel provoca náuseas. No frecuentes la casa de tu amigo; no sea que lo fastidies y llegue a aborrecerte. Un mazo, una espada, una aguda saeta, eso es el testigo falso que declara contra su amigo. Confiar en gente desleal en momentos de angustia es como tener un diente roto o una pierna vacilante. Dedicarle canciones al corazón afligido es como echarle vinagre a una herida o como andar desabrigado en un día de frío. Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta, y el SEÑOR te lo recompensará.