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Números 23:1-26

Números 23:1-26 RVC

Balaam le dijo a Balac: «Levanta aquí siete altares, y prepárame siete becerros y siete carneros.» Balac hizo lo que Balaam le ordenó, y Balac y Balaam ofrecieron un becerro y un carnero en cada altar. Luego Balaam le dijo a Balac: «Quédate junto a tu holocausto, que yo iré a ver si el Señor quiere encontrarse conmigo. Si hay algo que él me muestre, te lo haré saber.» Y Balaam se fue a un monte desolado. Entonces Dios vino al encuentro de Balaam, y este le dijo: «He ordenado levantar siete altares, y en cada altar he ofrecido un becerro y un carnero.» El Señor puso su palabra en labios de Balaam, y le dijo: «Regresa a donde está Balac, y dile lo que voy a decirte.» Balaam volvió a donde estaba Balac, y lo encontró junto a su holocausto, junto con todos los príncipes de Moab. Entonces Balaam pronunció estas palabras proféticas: «Balac, el rey de Moab, me trajo de Aram; me hizo venir de los montes del oriente. Me pidió venir y maldecir a Jacob; me ordenó desearle el mal a Israel. ¿Y cómo maldecir a quien Dios no maldijo? ¿Cómo condenar a quien el Señor no ha condenado? Desde lo alto de las peñas puedo verlo; desde las colinas puedo observarlo. Es un pueblo que habita confiado, y que las naciones no toman en cuenta. ¿Quién puede contar el polvo de Jacob, o la cuarta parte del pueblo de Israel? ¡Espero morir como mueren los justos! ¡Espero tener el mismo final de ellos!» Entonces Balac le dijo a Balaam: «Pero, ¿qué es lo que haces conmigo? Te hice venir para que maldijeras a mis enemigos, ¡y ahora resulta que los estás bendiciendo!» Balaam le respondió: «¿Y acaso no tengo que decir lo que el Señor ponga en mis labios?» Pero Balac insistió: «Te ruego que vengas conmigo a otro lugar, desde donde no puedas ver a todos ellos sino solamente su parte extrema. Desde allí los maldecirás por mí.» Y Balac llevó a Balaam al campo de Sofín, que está en la cumbre del Pisga. Allí edificó siete altares, y en cada altar ofreció un becerro y un carnero. Entonces Balaam le dijo a Balac: «Quédate aquí, junto a tu holocausto, que yo iré por allí a encontrarme con Dios.» Entonces el Señor salió al encuentro de Balaam, y puso en sus labios su palabra. Le dijo: «Vuelve adonde está Balac, y dile lo que voy a decirte.» Balaam fue adonde estaba Balac, y lo encontró junto a su holocausto, acompañado de los príncipes de Moab. Y Balac le dijo: «¿Qué te dijo el Señor?» Y Balaam pronunció estas palabras proféticas: «Vamos, Balac, ¡ponte de pie! ¡Escucha mis palabras, hijo de Sipor! Dios no es un simple mortal para que mienta o cambie de parecer. Si él habla, ciertamente actúa; si él dice algo, lo lleva a cabo. Yo he recibido la orden de bendecir; la bendición de Dios no puedo revocarla. Dios no ha hallado iniquidad en Jacob, ni ha encontrado perversidad en Israel. El Señor su Dios está con ellos, y ellos lo aclaman como su rey. Dios los ha sacado de Egipto con la poderosa fuerza de un búfalo. Contra Jacob nada pueden las brujerías; contra Israel nada valen las artes mágicas. De Jacob, que es Israel, se dirá: ¡Miren lo que ha hecho Dios con ellos! Este pueblo se levantará como un león; como león rugiente se pondrá de pie. No se echará hasta haber devorado la presa, ¡hasta saciarse con la sangre de los muertos!» Pero Balac le dijo a Balaam: «Si no lo vas a maldecir, ¡tampoco lo bendigas!» Y Balaam le respondió: «¿No te he dicho que yo debo decir todo lo que el Señor me diga?»

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