Números 23:1-26
Números 23:1-26 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Balán dijo a Balac: «Edifícame siete altares en este lugar, y prepárame siete novillos y siete carneros». Balac hizo lo que Balán le pidió, y juntos ofrecieron un novillo y un carnero en cada altar. Entonces Balán dijo a Balac: «Quédate aquí, al lado de tu holocausto, mientras yo voy a ver si el SEÑOR quiere reunirse conmigo. Luego te comunicaré lo que él me revele». Y se fue a una loma desolada. Dios vino a su encuentro y Balán le dijo: —He preparado siete altares, y en cada altar he ofrecido un novillo y un carnero. Entonces el SEÑOR puso su palabra en boca de Balán y le dijo: —Vuelve adonde está Balac y repítele lo que te voy a decir. Balán regresó y encontró a Balac de pie, al lado de su holocausto, en compañía de todos los oficiales de Moab. Y Balán pronunció su mensaje: «De Aram, de las montañas de Oriente, me trajo Balac, el rey de Moab. “Ven —me dijo—, maldice por mí a Jacob; ven, deséale el mal a Israel”. Pero ¿cómo podré maldecir a quien Dios no ha maldecido? ¿Cómo podré desearle el mal a quien el SEÑOR no se lo desea? Desde la cima de las peñas lo veo; desde las colinas lo contemplo: es un pueblo que vive apartado, que no se cuenta entre las naciones. ¿Quién puede calcular la descendencia de Jacob, tan numerosa como el polvo, o contar siquiera la cuarta parte de Israel? ¡Sea mi muerte como la del justo! ¡Sea mi fin semejante al suyo!». Entonces Balac reclamó a Balán: —¿Qué me has hecho? Te traje para que maldijeras a mis enemigos, ¡y resulta que no has hecho más que bendecirlos! Pero Balán respondió: —¿Acaso no debo decir lo que el SEÑOR me pide que diga? Entonces Balac dijo: —Por favor, ven conmigo a otro lugar. Desde allí podrás ver solo una parte del pueblo, no a todos ellos, y los maldecirás por mí. Así que lo llevó al campo de Zofín en la cumbre del monte Pisgá. Allí edificó siete altares, y en cada uno de ellos ofreció un novillo y un carnero. Allí Balán dijo a Balac: «Quédate aquí, al lado de tu holocausto, mientras yo voy a reunirme con Dios». El SEÑOR se reunió con Balán y puso en boca de este su palabra. Le dijo: «Vuelve adonde está Balac y repite lo que te voy a decir». Balán se fue adonde estaba Balac y lo encontró de pie, al lado de su holocausto, en compañía de los oficiales de Moab. Balac le preguntó: —¿Qué dijo el SEÑOR? Entonces Balán pronunció su mensaje: «Levántate, Balac, y escucha; óyeme, hijo de Zipor. Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice? Se me ha ordenado bendecir y, si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa. »No se ha visto sufrimiento en el pueblo de Jacob ni calamidad en Israel. El SEÑOR su Dios está con ellos; y entre ellos se le aclama como Rey. Dios los sacó de Egipto con la fuerza de un toro salvaje. Contra Jacob no hay hechicería que valga, ni valen las adivinaciones contra Israel. De Jacob y de Israel se dirá: “¡Miren lo que Dios ha hecho!”. Un pueblo se alza como leona; se levanta como león. No descansará hasta haber devorado su presa y bebido la sangre de sus víctimas». Balac dijo entonces a Balán: —¡Si no los vas a maldecir, tampoco los bendigas! Balán respondió: —¿Acaso no te advertí que yo repetiría todo lo que el SEÑOR me ordenara decir?
Números 23:1-26 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Entonces Balaam le dijo a Balac: «Levanta aquí siete altares para que yo presente siete toros y siete carneros como ofrenda a Dios». Balac hizo lo que Balaam le pidió. Luego los dos mataron a los toros y a los carneros, y colocaron un toro y un carnero en cada altar. Entonces Balaam le dijo a Balac: «Quédate aquí. Yo debo esperar a que Dios venga y me diga lo que debo hacer». Balaam se fue a un lugar alto y solitario. Mientras él estaba allí, Dios se le apareció. Entonces Balaam le dijo: —He presentado como ofrenda en tu honor siete toros y siete carneros en siete altares que mandé a construir. Dios, entonces, le dio a Balaam este mensaje: —Regresa a donde está Balac y repite el mensaje que te he dado. Balaam regresó a donde estaban los altares y se encontró con Balac y todos los jefes de Moab. Allí Balaam se puso a cantar: «Balac, rey de Moab, me trajo de los cerros de Arabia, para maldecir a los israelitas y para condenarlos. »Pero no puedo oponerme a lo que Dios me dijo: “No maldigas a mi pueblo ni lo condenes”. »Desde lo más alto de las montañas contemplo a ese pueblo especial. Sí, desde las alturas contemplo a ese pueblo obediente. »¡Los israelitas son gente buena! No hay quien pueda contarlos. ¡Los israelitas son gente de paz! ¡Ojalá llegue a ser como ellos!» Al oír esto, Balac se quejó con Balaam: —¿Qué te pasa? ¡Te traje para que maldigas a mis enemigos, y has hecho todo lo contrario! Pero Balaam contestó: —Yo solo puedo decir lo que Dios me manda. Entonces Balac le dijo: —Ven conmigo, te llevaré a otro lugar. Quizá te animes a maldecir a ese pueblo si solo ves a un grupo pequeño. Balac lo llevó al campo de Sofim, a la parte más alta del monte Pisgá. Allí construyó siete altares, y en cada uno de ellos sacrificó un toro y un carnero. Luego Balaam le dijo a Balac: «Espérame aquí, junto a los altares, mientras yo voy a encontrarme con Dios». Dios se le apareció a Balaam, y le dio este mensaje: «Regresa a donde está Balac, y repite el mensaje que te he dado». Balaam regresó y encontró a Balac y a los jefes de Moab junto a los altares. Entonces Balac le preguntó: —¿Qué te dijo Dios? Y Balaam se puso a cantar: «Balac hijo de Sipor, ¡levántate y óyeme bien! »¡Dios no es como nosotros! No dice mentira alguna ni cambia de parecer. Dios cumple lo que promete. »Dios me ordenó bendecir a su pueblo. Él así lo mandó, y no puedo evitarlo. »Dios es el rey de Israel. Él vive en medio de su pueblo. Dios no les desea el mal ni quiere causarles daño. »Con una fuerza mayor que la del búfalo, Dios liberó de Egipto a su pueblo. »No hay brujería que funcione contra el pueblo de Dios. ¡Miren todo lo bueno que Dios ha hecho por él! »Es como una manada de leones, lista para atacar a su presa. Israel no descansará hasta ver vencido a su enemigo». Entonces Balac le dijo a Balaam: —¡Si no puedes maldecir a este pueblo, por lo menos no le desees que le vaya bien! Pero Balaam le respondió
Números 23:1-26 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Balaam le dijo a Balac: «Levanta aquí siete altares, y prepárame siete becerros y siete carneros.» Balac hizo lo que Balaam le ordenó, y Balac y Balaam ofrecieron un becerro y un carnero en cada altar. Luego Balaam le dijo a Balac: «Quédate junto a tu holocausto, que yo iré a ver si el Señor quiere encontrarse conmigo. Si hay algo que él me muestre, te lo haré saber.» Y Balaam se fue a un monte desolado. Entonces Dios vino al encuentro de Balaam, y este le dijo: «He ordenado levantar siete altares, y en cada altar he ofrecido un becerro y un carnero.» El Señor puso su palabra en labios de Balaam, y le dijo: «Regresa a donde está Balac, y dile lo que voy a decirte.» Balaam volvió a donde estaba Balac, y lo encontró junto a su holocausto, junto con todos los príncipes de Moab. Entonces Balaam pronunció estas palabras proféticas: «Balac, el rey de Moab, me trajo de Aram; me hizo venir de los montes del oriente. Me pidió venir y maldecir a Jacob; me ordenó desearle el mal a Israel. ¿Y cómo maldecir a quien Dios no maldijo? ¿Cómo condenar a quien el Señor no ha condenado? Desde lo alto de las peñas puedo verlo; desde las colinas puedo observarlo. Es un pueblo que habita confiado, y que las naciones no toman en cuenta. ¿Quién puede contar el polvo de Jacob, o la cuarta parte del pueblo de Israel? ¡Espero morir como mueren los justos! ¡Espero tener el mismo final de ellos!» Entonces Balac le dijo a Balaam: «Pero, ¿qué es lo que haces conmigo? Te hice venir para que maldijeras a mis enemigos, ¡y ahora resulta que los estás bendiciendo!» Balaam le respondió: «¿Y acaso no tengo que decir lo que el Señor ponga en mis labios?» Pero Balac insistió: «Te ruego que vengas conmigo a otro lugar, desde donde no puedas ver a todos ellos sino solamente su parte extrema. Desde allí los maldecirás por mí.» Y Balac llevó a Balaam al campo de Sofín, que está en la cumbre del Pisga. Allí edificó siete altares, y en cada altar ofreció un becerro y un carnero. Entonces Balaam le dijo a Balac: «Quédate aquí, junto a tu holocausto, que yo iré por allí a encontrarme con Dios.» Entonces el Señor salió al encuentro de Balaam, y puso en sus labios su palabra. Le dijo: «Vuelve adonde está Balac, y dile lo que voy a decirte.» Balaam fue adonde estaba Balac, y lo encontró junto a su holocausto, acompañado de los príncipes de Moab. Y Balac le dijo: «¿Qué te dijo el Señor?» Y Balaam pronunció estas palabras proféticas: «Vamos, Balac, ¡ponte de pie! ¡Escucha mis palabras, hijo de Sipor! Dios no es un simple mortal para que mienta o cambie de parecer. Si él habla, ciertamente actúa; si él dice algo, lo lleva a cabo. Yo he recibido la orden de bendecir; la bendición de Dios no puedo revocarla. Dios no ha hallado iniquidad en Jacob, ni ha encontrado perversidad en Israel. El Señor su Dios está con ellos, y ellos lo aclaman como su rey. Dios los ha sacado de Egipto con la poderosa fuerza de un búfalo. Contra Jacob nada pueden las brujerías; contra Israel nada valen las artes mágicas. De Jacob, que es Israel, se dirá: ¡Miren lo que ha hecho Dios con ellos! Este pueblo se levantará como un león; como león rugiente se pondrá de pie. No se echará hasta haber devorado la presa, ¡hasta saciarse con la sangre de los muertos!» Pero Balac le dijo a Balaam: «Si no lo vas a maldecir, ¡tampoco lo bendigas!» Y Balaam le respondió: «¿No te he dicho que yo debo decir todo lo que el Señor me diga?»
Números 23:1-26 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Entonces Balaam le dijo: —Constrúyeme aquí siete altares, y prepárame siete becerros y siete carneros. Balac hizo lo que Balaam le dijo, y entre los dos sacrificaron un becerro y un carnero en cada altar. Luego Balaam le dijo a Balac: —Quédate junto al sacrificio, mientras voy a ver si el Señor viene a encontrarse conmigo. Luego te comunicaré lo que él me dé a conocer. Y Balaam se fue a una colina desierta, donde Dios se le apareció. Balaam le dijo: —He preparado siete altares, y en cada uno he ofrecido un becerro y un carnero. Entonces el Señor puso en labios de Balaam lo que tenía que decir, y le dijo: —Regresa a donde está Balac y dile lo mismo que yo te he dicho. Balaam regresó y encontró a Balac de pie, junto al sacrificio, en compañía de todos los jefes moabitas. Entonces Balaam pronunció esta profecía: «Desde las montañas del oriente, desde Aram, me hizo venir Balac, rey de Moab. “Ven —me dijo—, maldíceme a Israel, deséale el mal al pueblo de Jacob.” Pero, ¿cómo maldecir al que Dios no maldice? ¿Cómo desear el mal, si el Señor no lo hace? Desde estas altas rocas puedo verlo, desde estas colinas lo miro: es un pueblo que vive apartado, distinto de los otros pueblos. Son como el polvo; ¿quién puede contarlos? ¿Quién puede saber su número? ¡Ojalá muera yo como esos hombres justos, y sea mi fin como el de ellos!» Entonces Balac le reclamó a Balaam: —¿Qué estás haciendo? Yo te traje para que maldijeras a mis enemigos, y tú te has puesto a bendecirlos. Y Balaam contestó: —Habíamos quedado en que yo diría solamente lo que el Señor pusiera en mis labios. Pero Balac insistió: —Ven conmigo a otra parte, desde donde solo podrás ver los alrededores del campamento, pero no el campamento completo. Maldícemelos desde allí. Y Balac llevó a Balaam al campo de Sofim, en la cumbre del monte Pisgá, donde construyó siete altares y sacrificó en cada uno un becerro y un carnero. Allí Balaam dijo a Balac: —Quédate aquí, junto al sacrificio, mientras yo voy a encontrarme con Dios. El Señor salió al encuentro de Balaam y puso en sus labios lo que tenía que decir. Además le dijo: —Regresa a donde está Balac y dile lo mismo que yo te he dicho. Balaam regresó y encontró a Balac de pie, junto al sacrificio, en compañía de los jefes moabitas. Y Balac le preguntó: —¿Qué te dijo el Señor? Entonces Balaam pronunció esta profecía: «Balac, hijo de Sipor, escúchame con atención. Dios no es como los mortales: no miente ni cambia de opinión. Cuando él dice una cosa, la realiza. Cuando hace una promesa, la cumple. Yo tengo órdenes de bendecir; si Dios bendice, yo no puedo contradecirlo. Nadie ha visto engaño ni maldad en Israel, el pueblo de Jacob. El Señor su Dios está con ellos, y ellos lo aclaman como rey. Dios, que los sacó de Egipto, es para ellos lo que son para el búfalo sus cuernos. Contra Jacob no valen maleficios; contra Israel no sirven brujerías. Ahora es preciso decir a Israel: “¡Cuántas maravillas ha hecho Dios contigo!” Este pueblo se levanta amenazante como un león, y no descansará hasta devorar su presa y beber la sangre de sus víctimas.» Balac dijo entonces a Balaam: —¡Ya que no puedes maldecir a este pueblo, por lo menos no lo bendigas! A lo cual respondió Balaam: —¿No te había dicho ya, que yo sólo puedo hacer lo que el Señor me ordene?
Números 23:1-26 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Y Balaam dijo a Balac: Edifícame aquí siete altares, y prepárame aquí siete becerros y siete carneros. Balac hizo como le dijo Balaam; y ofrecieron Balac y Balaam un becerro y un carnero en cada altar. Y Balaam dijo a Balac: Ponte junto a tu holocausto, y yo iré; quizá Jehová me vendrá al encuentro, y cualquiera cosa que me mostrare, te avisaré. Y se fue a un monte descubierto. Y vino Dios al encuentro de Balaam, y este le dijo: Siete altares he ordenado, y en cada altar he ofrecido un becerro y un carnero. Y Jehová puso palabra en la boca de Balaam, y le dijo: Vuelve a Balac, y dile así. Y volvió a él, y he aquí estaba él junto a su holocausto, él y todos los príncipes de Moab. Y él tomó su parábola, y dijo: De Aram me trajo Balac, Rey de Moab, de los montes del oriente; Ven, maldíceme a Jacob, Y ven, execra a Israel. ¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo? ¿Y por qué he de execrar al que Jehová no ha execrado? Porque de la cumbre de las peñas lo veré, Y desde los collados lo miraré; He aquí un pueblo que habitará confiado, Y no será contado entre las naciones. ¿Quién contará el polvo de Jacob, O el número de la cuarta parte de Israel? Muera yo la muerte de los rectos, Y mi postrimería sea como la suya. Entonces Balac dijo a Balaam: ¿Qué me has hecho? Te he traído para que maldigas a mis enemigos, y he aquí has proferido bendiciones. Él respondió y dijo: ¿No cuidaré de decir lo que Jehová ponga en mi boca? Y dijo Balac: Te ruego que vengas conmigo a otro lugar desde el cual los veas; solamente los más cercanos verás, y no los verás todos; y desde allí me los maldecirás. Y lo llevó al campo de Zofim, a la cumbre de Pisga, y edificó siete altares, y ofreció un becerro y un carnero en cada altar. Entonces él dijo a Balac: Ponte aquí junto a tu holocausto, y yo iré a encontrar a Dios allí. Y Jehová salió al encuentro de Balaam, y puso palabra en su boca, y le dijo: Vuelve a Balac, y dile así. Y vino a él, y he aquí que él estaba junto a su holocausto, y con él los príncipes de Moab; y le dijo Balac: ¿Qué ha dicho Jehová? Entonces él tomó su parábola, y dijo: Balac, levántate y oye; Escucha mis palabras, hijo de Zipor: Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; Él dio bendición, y no podré revocarla. No ha notado iniquidad en Jacob, Ni ha visto perversidad en Israel. Jehová su Dios está con él, Y júbilo de rey en él. Dios los ha sacado de Egipto; Tiene fuerzas como de búfalo. Porque contra Jacob no hay agüero, Ni adivinación contra Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que ha hecho Dios! He aquí el pueblo que como león se levantará, Y como león se erguirá; No se echará hasta que devore la presa, Y beba la sangre de los muertos. Entonces Balac dijo a Balaam: Ya que no lo maldices, tampoco lo bendigas. Balaam respondió y dijo a Balac: ¿No te he dicho que todo lo que Jehová me diga, eso tengo que hacer?
Números 23:1-26 La Biblia de las Américas (LBLA)
Entonces Balaam dijo a Balac: Constrúyeme aquí siete altares y prepárame aquí siete novillos y siete carneros. Y Balac hizo tal como Balaam le había dicho, y Balac y Balaam ofrecieron un novillo y un carnero en cada altar. Entonces Balaam dijo a Balac: Ponte junto a tu holocausto, y yo iré; quizá el SEÑOR venga a mi encuentro, y lo que me manifieste te lo haré saber. Y se fue a un cerro pelado. Dios salió al encuentro de Balaam, y este le dijo: He preparado los siete altares y he ofrecido un novillo y un carnero sobre cada altar. Y el SEÑOR puso palabra en la boca de Balaam, y le dijo: Vuelve a Balac y así hablarás. Él entonces volvió a Balac, y he aquí que estaba junto a su holocausto, él y todos los jefes de Moab. Y comenzó su profecía, y dijo: Desde Aram me ha traído Balac, rey de Moab, desde los montes del oriente: «Ven, y maldíceme a Jacob; ven, y condena a Israel». ¿Cómo maldeciré a quien Dios no ha maldecido? ¿Cómo condenaré a quien el SEÑOR no ha condenado? Porque desde la cumbre de las peñas lo veo, y desde los montes lo observo. He aquí, es un pueblo que mora aparte, y que no será contado entre las naciones. ¿Quién puede contar el polvo de Jacob, o numerar la cuarta parte de Israel? Muera yo la muerte de los rectos, y sea mi fin como el suyo. Entonces Balac dijo a Balaam: ¿Qué me has hecho? Te tomé para maldecir a mis enemigos, pero mira, ¡los has llenado de bendiciones! Y él respondió y dijo: ¿No debo tener cuidado de hablar lo que el SEÑOR pone en mi boca? Balac le dijo entonces: Te ruego que vengas conmigo a otro sitio desde donde podrás verlos, aunque solo verás el extremo de ellos, y no los verás a todos; y desde allí maldícemelos. Lo llevó al campo de Zofim, sobre la cumbre del Pisga, y edificó siete altares y ofreció un novillo y un carnero en cada altar. Y él dijo a Balac: Ponte aquí junto a tu holocausto, mientras voy allá a encontrarme con el SEÑOR. El SEÑOR salió al encuentro de Balaam y puso palabra en su boca y le dijo: Vuelve a Balac y así hablarás. Y él volvió a Balac, y he aquí, estaba de pie junto a su holocausto, y los jefes de Moab con él. Y Balac le dijo: ¿Qué ha dicho el SEÑOR? Y comenzó su profecía, y dijo: Levántate, Balac, y escucha; dame oídos, hijo de Zipor. Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho Él, y no lo hará?, ¿ha hablado, y no lo cumplirá? Mira, he recibido orden de bendecir; si Él ha bendecido, yo no lo puedo anular. Él no ha observado iniquidad en Jacob, ni ha visto malicia en Israel; está en él el SEÑOR su Dios, y el júbilo de un rey está en él. Dios lo saca de Egipto; es para él como los cuernos del búfalo. Porque no hay agüero contra Jacob, ni hay adivinación contra Israel. A su tiempo se le dirá a Jacob y a Israel: ¡Ved lo que ha hecho Dios! He aquí, un pueblo se levanta como leona, y se yergue como león; no se echará hasta que devore la presa y beba la sangre de los que ha matado. Entonces Balac dijo a Balaam: ¡De ninguna manera los maldigas ni los bendigas! Pero Balaam respondió y dijo a Balac: ¿No te dije que todo lo que el SEÑOR habla, eso debo hacer?
Números 23:1-26 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Entonces Balaam le dijo al rey Balac: «Constrúyeme aquí siete altares y prepara siete becerros y siete carneros para que los sacrifique». Balac siguió sus instrucciones y los dos sacrificaron un becerro y un carnero en cada altar. Entonces Balaam le dijo a Balac: «Quédate aquí con tus ofrendas quemadas y yo iré a ver si el SEÑOR me responde. Entonces te diré lo que él me revele». Así que Balaam fue solo a la cima de una colina sin vegetación y allí se reunió Dios con él. Balaam le dijo: —Preparé siete altares y sacrifiqué un becerro y un carnero en cada altar. El SEÑOR le dio a Balaam un mensaje para el rey Balac y después le dijo: —Regresa donde está Balac y dale mi mensaje. Así que Balaam volvió y encontró al rey de pie, al lado de sus ofrendas quemadas, con todos los funcionarios de Moab. Este es el mensaje que Balaam transmitió: «Balac me mandó a llamar desde Aram; el rey de Moab me trajo de las colinas del oriente. “¡Ven —me dijo—, maldíceme a Jacob! Ven y anuncia la ruina de Israel”. Pero ¿cómo puedo maldecir a quienes Dios no ha maldecido? ¿Cómo puedo condenar a quienes el SEÑOR no ha condenado? Desde las cimas del precipicio los veo; los miro desde las colinas. Veo a un pueblo que vive aislado, apartado de las otras naciones. ¿Quién puede contar a los descendientes de Jacob, tan numerosos como el polvo? ¿Quién puede contar siquiera a una cuarta parte del pueblo de Israel? Permíteme morir como los justos; deja que mi vida acabe como la de ellos». Entonces el rey Balac le reclamó a Balaam: —¿Qué me has hecho? Te traje para maldecir a mis enemigos. ¡En cambio, los has bendecido! Pero Balaam respondió: —Yo hablaré solamente el mensaje que el SEÑOR ponga en mi boca. Entonces el rey Balac le dijo: —Ven conmigo a otro lugar. Allí verás otra parte de la nación de Israel, aunque no a todos. ¡Maldice por lo menos a esa parte! Así que Balac llevó a Balaam a la meseta de Zofim en la cima del monte Pisga. Allí construyó siete altares y ofreció un becerro y un carnero en cada altar. Entonces Balaam le dijo al rey: —Quédate aquí con tus ofrendas quemadas mientras yo voy allá a encontrarme con el SEÑOR. Entonces el SEÑOR se reunió con Balaam y le dio un mensaje. Le dijo: «Regresa con Balac y dale mi mensaje». Balaam volvió y encontró al rey de pie junto a sus ofrendas quemadas, con todos los funcionarios de Moab. —¿Qué dijo el SEÑOR? —preguntó Balac ansiosamente. Este es el mensaje que Balaam transmitió: «¡Levántate, Balac, y escucha! Óyeme, hijo de Zipor. Dios no es un hombre; por lo tanto, no miente. Él no es humano; por lo tanto, no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir? Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha bendecido, y yo no puedo revertirlo! Ninguna desgracia está en su plan para Jacob; ningún problema espera a Israel. Pues el SEÑOR su Dios está con ellos; él ha sido proclamado su rey. Dios los sacó de Egipto; para ellos, él es tan fuerte como un buey salvaje. Ninguna maldición puede tocar a Jacob; ninguna magia ejerce poder alguno contra Israel. Pues ahora se dirá de Jacob: “¡Qué maravillas ha hecho Dios por Israel!”. Este pueblo se levanta como una leona, como un majestuoso león que se despierta. Ellos se niegan a descansar hasta que hayan devorado su presa, ¡y beben la sangre de los que han matado!». Entonces Balac le dijo a Balaam: —Está bien si no los maldices, ¡pero al menos no los bendigas! Así que Balaam le respondió a Balac: —¿No te dije que solamente podía hacer lo que el SEÑOR me indicara?