»Hice un compromiso con mis ojos de no poner la mirada en ninguna doncella. ¿Cómo podría Dios premiarme por eso? ¿Qué me daría el Todopoderoso en las alturas? ¿Acaso él no castiga a los malvados? ¿Acaso no hay dolor para los malhechores? ¿Acaso Dios no vigila mis pasos y se fija en todo lo que hago? »Si acaso me he conducido con mentira, o me he apresurado a engañar a todo el mundo, que Dios me pese en su balanza, para que compruebe que soy inocente. Si acaso me he apartado del camino, y permití que mis ojos guiaran mis sentidos; o dejé que mis manos tomaran algo ajeno, ¡que otro coseche lo que yo siembre, y que mis siembras sean desarraigadas! »Si me dejé seducir por la mujer ajena, y esperé a que mi prójimo saliera de su casa, ¡que mi esposa cocine para otro, y que otros hombres la posean! Esos actos son malvados, son inicuos, y deben ser castigados por los jueces. Son un fuego que consume hasta el sepulcro, y que acabaría con todas mis posesiones.
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