Cuando llegue ese día, el Señor de los ejércitos será una corona de gloria para su pueblo remanente; ¡será una diadema de hermosura!
Infundirá en los jueces espíritu de justicia, y dará fuerzas a los que defienden la entrada de la ciudad.
Aunque también sacerdotes y profetas erraron al embriagarse con sidra y con vino; fallaron en la visión y tropezaron en el juicio; actuaron tontamente, aturdidos por el vino y por la sidra.
Todas sus mesas quedaron llenas de vómito y de suciedad; ¡no quedó un solo lugar limpio!
¿A quién quieren enseñar? ¿A quién le imparten revelaciones? ¿Acaso a los destetados, a los que han dejado el pecho?
Pues salen con su ta-ta-ta, bla-bla-bla, pe-pe-pe, to-to-to.
¡Le hablan a este pueblo en lengua extraña, en lengua de tartamudos!
Dios les había dicho: «Este es el reposo; hagan reposar a los cansados. Este es el descanso.»
Pero ellos no quisieron oír.
Por eso el Señor también les dirá: ta-ta-ta, bla-bla-bla, pe-pe-pe, to-to-to, hasta que vayan y caigan de espaldas, y se rompan los huesos, y sean atrapados y llevados prisioneros.
Por lo tanto, escuchen la palabra del Señor, ustedes que se burlan de este pueblo y dicen gobernarlo.
Ustedes dicen:
«Hemos hecho un pacto con la muerte. Tenemos un convenio con el sepulcro. Cuando venga la tormenta y nos azote, no nos afectará, porque nuestro refugio es la mentira; nos esconderemos en la falsedad.»
Por eso Dios el Señor dice así:
«Miren esto: yo he puesto en Sión, por fundamento, una hermosa piedra angular, probada y de cimiento firme; quien se apoye en ella, no se tambaleará.
La justicia será mi plomada, y el derecho será mi nivel. Con granizo barreré el refugio de la mentira, y con aguas arrollaré su escondrijo.
Su pacto con la muerte quedará anulado, y su convenio con el sepulcro no se mantendrá; cuando llegue el golpe del turbión, pasará sobre ustedes;
cuando comience a pasar, los arrebatará; pues vendrá mañana tras mañana, y de día y de noche; y bastará el espanto para entender lo revelado.
La cama será muy corta para estirarse, y la manta demasiado estrecha para envolverse.»
El Señor se levantará como en el monte Perasín; se enojará como en el valle de Gabaón, y la obra que realizará les parecerá extraña e inaudita.
Así que no se burlen, para que no se aprieten más sus ataduras; porque he sabido que Dios, el Señor de los ejércitos, ha decidido traer destrucción sobre toda la tierra.
Presten atención, y escuchen mi voz; atiéndanme, y escuchen mis palabras.
¿Acaso el que ara para sembrar se pasa todo el día abriendo surcos y rompiendo terrones?
Más bien, en cuanto ha igualado la superficie derrama el eneldo, siembra el comino, pone el trigo en hileras, la cebada en su lugar y la avena en el surco apropiado.
Y es que su Dios lo instruye y le enseña lo correcto,
pues al eneldo no se le pasa el trillo, ni al comino se le pasa la rueda de carreta; más bien, el eneldo se sacude con un palo, y el comino con una vara.
El grano sí se trilla, pero no siempre; ni tampoco se le pasa la rueda de la carreta ni se quiebra con los dientes del trillo.
Estos conocimientos provienen también del Señor de los ejércitos. Sus consejos son maravillosos, y grande es su sabiduría.