Jacob llamó a sus hijos, y les dijo:
«Júntense, que voy a hacerles saber lo que va a sucederles en los días finales.
»Júntense y escuchen, hijos de Jacob;
escuchen a Israel, su padre.
»Tú, Rubén, eres mi primogénito,
mi fortaleza, el principio de mi vigor;
eres excelente en dignidad y en poder,
e impetuoso como las aguas.
Pero ya no serás el principal,
porque usurpaste el lecho de tu padre;
¡te envileciste al usurpar mi estrado!
»Simeón y Leví son chacales;
sus espadas son armas de violencia.
Que no entre mi alma en sus reuniones,
ni mi honra se mezcle en su compañía,
porque en su enojo mataron hombres,
y por capricho desjarretaron toros.
Maldito sea su furor, tan tenaz,
y su enojo, tan implacable.
Yo los dividiré en Jacob,
y los dispersaré en Israel.
»A ti, Judá, te alabarán tus hermanos;
sujetarás a tus enemigos por el cuello,
y los hijos de tu padre se inclinarán ante ti.
Tú, Judá, eres un cachorro de león;
tú, hijo mío, te apartaste de tu presa.
Te encorvas, te echas como león;
te asemejas a un león viejo.
¿Quién se atreverá a despertarte?
No se te quitará el cetro, Judá;
ni el símbolo de poder de entre tus pies,
hasta que venga Siloh
y en torno a él se congreguen los pueblos.
Con tu pollino atado a una vid,
con tu borrico atado a una cepa,
lavarás tus vestidos en vino,
y en la sangre de las uvas tu manto,
con los ojos rojos por el vino
y los dientes blancos por la leche.