Canten con júbilo a Dios, nuestra fortaleza; ¡aclamen alegres al Dios de Jacob! ¡Entonen salmos! ¡Toquen ya el pandero, el arpa y la lira melodiosa! ¡Toquen la trompeta en la luna nueva y en la luna llena, día de nuestra fiesta! Este es un estatuto para Israel, una ley del Dios de Jacob. Cuando salió contra la tierra de Egipto, lo estableció como un mandato dado a José. Escuché una voz desconocida decir: «Te he quitado la carga de los hombros; tus manos se han librado del pesado cesto. En tu angustia me llamaste y te libré; oculto en el trueno te respondí; en las aguas de Meribá te puse a prueba. Selah »Escucha, pueblo mío, mis advertencias; ¡ay, Israel, si tan solo me escucharas! No tendrás ningún dios extranjero, ni te postrarás ante ningún dios extraño. Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto. Abre bien la boca, y te la llenaré. »Pero mi pueblo no me escuchó; Israel no quiso hacerme caso. Por eso los abandoné a la terquedad de su corazón, para que actuaran como mejor les pareciera. »Si mi pueblo tan solo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos, ¡cuán pronto sometería yo a sus enemigos, y volvería mi mano contra sus adversarios! Los que aborrecen al SEÑOR se rendirían ante él, pero serían eternamente castigados. Y a ti te alimentaría con lo mejor del trigo; con miel de la roca te saciaría».
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