Por la mañana, SEÑOR, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos y quedo a la espera de tu respuesta. Tú no eres un Dios que se complace en lo malo; a tu lado no tienen cabida los malvados. No hay lugar en tu presencia para los altivos, pues aborreces a todos los malhechores. Tú destruyes a los mentirosos y detestas a los asesinos y traidores. Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme reverente hacia tu santo Templo. SEÑOR, por causa de mis enemigos, dirígeme en tu justicia; endereza tu senda delante de mí.
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