»Es como una sombra que pasa. En vano se afana por amontonar riquezas, pues no sabe quién se quedará con ellas. »Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? ¡Mi esperanza he puesto en ti! Líbrame de todas mis transgresiones. Que los necios no se burlen de mí. He guardado silencio; no he abierto la boca, pues tú eres quien actúa. Aparta de mí tu azote, que los golpes de tu mano me aniquilan. Tú reprendes a los mortales, los castigas por su iniquidad; como polilla, acabas con lo que más desean. ¡Un soplo nada más es el mortal! Selah
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