Oye, SEÑOR; compadécete de mí. ¡Sé tú, SEÑOR, mi ayuda! Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de alegría, para que te cante y te glorifique y no me quede callado. ¡SEÑOR mi Dios, siempre te daré gracias!
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