Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero. Hice un juramento y lo he confirmado: que cumpliré tus justas leyes. SEÑOR, es mucho lo que he sufrido; dame vida conforme a tu palabra. SEÑOR, acepta las ofrendas que brotan de mis labios; enséñame tus leyes. Mi vida pende de un hilo, pero no me olvido de tu Ley. Los malvados me han tendido una trampa, pero no me aparto de tus preceptos. Tus mandatos son mi herencia permanente; son la alegría de mi corazón. Inclino mi corazón a cumplir tus estatutos para siempre y hasta el fin.
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