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Proverbios 13:6-25

Proverbios 13:6-25 NVI

La justicia protege al que anda en integridad, pero la maldad arruina al pecador. Hay quien pretende ser rico y no tiene nada; hay quien parece ser pobre y todo lo tiene. Con su riqueza el rico pone a salvo su vida, pero al pobre no hay quien lo reprenda. La luz de los justos brilla radiante, pero los malvados son como lámpara apagada. El orgullo solo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos. El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece. La esperanza que se demora aflige al corazón; el deseo cumplido es un árbol de vida. Quien se burla de la instrucción tendrá su merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa. La enseñanza de los sabios es fuente de vida y libera de los lazos de la muerte. El buen juicio redunda en aprecio, pero el camino del infiel lo lleva a su destrucción. El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su necedad. El mensajero malvado se mete en problemas; el enviado confiable trae sanidad. El que desprecia la disciplina sufre pobreza y deshonra; el que atiende la corrección recibe grandes honores. El deseo cumplido endulza el alma, pero el necio detesta alejarse del mal. El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado. Al pecador lo persigue el mal y al justo lo recompensa el bien. El hombre de bien deja herencia a sus nietos; las riquezas del pecador se quedan para los justos. En el campo del pobre hay abundante comida, pero esta se pierde donde hay injusticia. No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo a tiempo. El justo come hasta quedar saciado, pero el malvado se queda con hambre.