El que hace bien a otros se beneficia a sí mismo; el que es cruel, a sí mismo se perjudica. El malvado obtiene ganancias ilusorias; el que siembra justicia asegura su recompensa. El que es justo obtiene la vida; el que persigue el mal se encamina a la muerte. El SEÑOR aborrece a los de corazón perverso, pero se complace en los que viven con integridad. Una cosa es segura: Los malvados no quedarán impunes, pero los justos saldrán bien librados. Como argolla de oro en hocico de cerdo es la mujer bella pero indiscreta. Los deseos de los justos terminan bien; la esperanza de los malvados termina en ira. Unos dan a manos llenas y reciben más de lo que dan; otros retienen indebidamente sus bienes y acaban en la miseria. El que es generoso prospera; el que reanima a otros será reanimado. La gente maldice al que acapara el trigo, pero colma de bendiciones al que gustoso lo vende. El que madruga para el bien halla buena voluntad; el que anda tras el mal por el mal será alcanzado. El que confía en sus riquezas se marchita, pero el justo se renueva como el follaje. El que perturba su casa no hereda más que el viento y el necio termina sirviendo al sabio. El fruto del justo es árbol de vida; y el sabio salva vidas. Si los justos reciben su pago aquí en la tierra, ¡cuánto más los impíos y los pecadores!
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