Lo que dejó el enjambre de langostas,
lo comió la langosta grande.
Lo que dejó la langosta grande,
lo comió la langosta pequeña.
Lo que dejó la langosta pequeña,
lo comió la langosta joven.
¡Despierten, borrachos, y lloren!
Giman, todos los que beben vino,
porque el vino nuevo les fue arrebatado de los labios.
Una nación ha invadido mi tierra;
poderosa e innumerable:
tiene dientes de león,
colmillos de leona.
Asoló mis vides,
desgajó mis higueras.
Las peló y las derrumbó,
dejando blancas sus ramas.
Gime, pueblo mío, como virgen vestida de luto
por la muerte de su prometido.
Las ofrendas de cereales y las ofrendas líquidas
no se ofrecen ya en la casa del SEÑOR.
Hacen duelo los sacerdotes,
los ministros del SEÑOR.
Los campos yacen devastados,
reseca está la tierra;
han sido arrasados los cereales,
se ha secado el vino nuevo
y agotado el aceite.
Laméntense ustedes, agricultores;
giman, viñadores,
por el trigo y la cebada,
porque se ha perdido la cosecha de los campos.
La vid se secó
y la higuera se marchitó;
el granado, la palmera, el manzano
y todos los árboles del campo se secaron.
Y hasta la alegría de la gente
se marchitó.
¡Vístanse de duelo y giman, sacerdotes!
¡Laméntense, ministros del altar!
¡Vengan, ministros de mi Dios,
y pasen la noche vestidos de luto,
porque las ofrendas de cereales y las ofrendas líquidas
han sido suspendidas en la casa de su Dios!