»Escuchen esto ustedes, los de la familia de Jacob,
descendientes de Judá,
que llevan el nombre de Israel;
que juran en el nombre del SEÑOR
e invocan al Dios de Israel,
pero no con lealtad ni justicia.
Ustedes que se llaman ciudadanos de la ciudad santa
y confían en el Dios de Israel,
cuyo nombre es el SEÑOR de los Ejércitos:
Desde hace mucho tiempo
anuncié las cosas pasadas.
Yo las profeticé;
yo mismo las di a conocer.
Actué de repente
y se hicieron realidad.
Porque yo sabía que eres muy obstinado;
que tu cuello es un tendón de hierro
y que tu frente es de bronce.
Por eso te declaré esas cosas desde hace tiempo;
te las di a conocer antes que sucedieran,
para que no dijeras:
“¡Fue mi ídolo quien las hizo!
¡Mi imagen tallada o fundida las dispuso!”.
De todo esto has tenido noticia,
¿y no vas a proclamarlo?
»Desde ahora te haré conocer cosas nuevas;
cosas que te son ocultas y desconocidas.
Son cosas creadas ahora y no hace tiempo;
hasta hoy no habías oído hablar de ellas,
para que no dijeras:
“¡Sí, ya las sabía!”.
Nunca habías oído ni entendido;
nunca antes se te había abierto el oído.
Yo sé bien que eres muy traicionero
y que desde tu nacimiento te llaman rebelde.
Por amor a mi nombre contengo mi ira;
por causa de mi alabanza me refreno,
para no aniquilarte.
¡Mira! Te he refinado, pero no como a la plata;
te he probado en el horno de la aflicción.
Y lo he hecho por mí, por mi honor.
¿Cómo puedo permitir que se me profane?
¡No cederé mi gloria a ningún otro!
»Escúchame, Jacob,
Israel, a quien he llamado:
Yo soy Dios.
Yo soy el Primero y el Último.
Con mi mano afirmé la tierra
y con mi derecha desplegué los cielos.
Yo pronuncié su nombre
y todos ellos aparecieron.
»Todos ustedes, reúnanse y escuchen:
¿Quién de ellos ha profetizado estas cosas?
El amado del SEÑOR
ejecutará su propósito contra Babilonia;
su brazo estará contra los babilonios.
Solo yo he hablado;
solo yo lo he llamado.
Lo haré venir
y triunfará en su misión.
»Acérquense a mí, escuchen esto:
»Desde el principio, jamás hablé en secreto;
cuando las cosas suceden, allí estoy yo».
Y ahora el SEÑOR y Dios
me ha enviado con su Espíritu.
Así dice el SEÑOR,
tu Redentor, el Santo de Israel:
«Yo soy el SEÑOR tu Dios,
que te enseña lo que te conviene,
que te guía por el camino en que debes andar.
Si hubieras prestado atención a mis mandamientos,
tu paz habría sido como un río;
tu justicia, como las olas del mar.
Como la arena serían tus descendientes;
como los granos de arena, tus hijos;
su nombre nunca habría sido eliminado
ni borrado de mi presencia».
¡Salgan de Babilonia!
¡Huyan de los babilonios!
Anuncien esto con gritos de alegría
y háganlo saber.
Publíquenlo hasta en los confines de la tierra;
digan: «El SEÑOR ha redimido a su siervo Jacob».
Cuando los guio a través de los desiertos,
no tuvieron sed;
hizo que de la roca brotara agua para ellos;
partió la roca, y manaron las aguas.
«No hay paz para los malvados», dice el SEÑOR.