Somos tan solo sombras que se mueven y todo nuestro ajetreo diario termina en la nada. Amontonamos riquezas sin saber quién las gastará. Entonces, Señor, ¿dónde pongo mi esperanza? Mi única esperanza está en ti. Rescátame de mis rebeliones. No permitas que los necios se burlen de mí. En silencio estoy delante de ti; no diré ni una palabra, porque mi castigo proviene de ti.
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