No te inquietes a causa de los malvados ni tengas envidia de los que hacen lo malo. Pues como la hierba, pronto se desvanecen; como las flores de primavera, pronto se marchitan. Confía en el SEÑOR y haz el bien; entonces vivirás seguro en la tierra y prosperarás. Deléitate en el SEÑOR, y él te concederá los deseos de tu corazón. Entrega al SEÑOR todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará. Él hará resplandecer tu inocencia como el amanecer, y la justicia de tu causa brillará como el sol de mediodía. Quédate quieto en la presencia del SEÑOR, y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones. ¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que eso únicamente causa daño. Pues los perversos serán destruidos, pero los que confían en el SEÑOR poseerán la tierra. Pronto los perversos desaparecerán; por más que los busques, no los encontrarás. Los humildes poseerán la tierra y vivirán en paz y prosperidad. Los malvados conspiran contra los justos; les gruñen de manera desafiante. Pero el Señor simplemente se ríe, porque ve que el día de su juicio se acerca. Los perversos sacan sus espadas y ponen cuerdas a sus arcos para matar al pobre y al oprimido, para masacrar a los que hacen lo correcto. Pero sus espadas atravesarán su propio corazón, y se les quebrarán los arcos. Es mejor ser justo y tener poco que ser malvado y rico. Pues la fuerza de los malvados será destrozada, pero el SEÑOR cuida a los justos. Día a día el SEÑOR cuida a los inocentes, y ellos recibirán una herencia que permanece para siempre.
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