Pues su ira dura solo un instante, ¡pero su favor perdura toda una vida! El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llega la alegría. Cuando yo tenía prosperidad, decía: «¡Ahora nada puede detenerme!». Tu favor, oh SEÑOR, me hizo tan firme como una montaña; después te apartaste de mí, y quedé destrozado. A ti clamé, oh SEÑOR. Le supliqué al Señor que tuviera misericordia, diciéndole
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