Todo está en calma: recibiendo el descanso de Jesús esta Navidad Muestra

Día cuatro: busca su quietud

¿Alguna vez has sentido que el Espíritu Santo te impulsaba a tomarte un descanso de los preparativos de las fiestas y a sentarte por un momento en la presencia de Jesús, sólo para hacer limpieza mental y concentrarte en la siguiente tarea de tu lista?

Yo sí.

A menudo nos presionamos a velocidades vertiginosas, despertándonos temprano y permaneciendo despiertos hasta tarde, apurando cada hora de luz del día. Entonces estamos tan exhaustos por el ajetreo que apenas podemos saborear la belleza de las fiestas.

Y a veces, esta actividad es sólo un disfraz para ocultar heridas más profundas. Si conseguimos mantenernos ocupados, no tendremos que reconocer las heridas paralizantes que cargamos. Nos da miedo la quietud, así que no dejamos ninguna tarea sin hacer, a pesar de que prestar atención a la tiranía de lo urgente amenaza con destruirnos.

Sin embargo, la respuesta no es tirar nuestras tradiciones por la ventana y convertirnos en un Grinch. En su lugar, debemos incorporar momentos de quietud en el ajetreo para que podamos trabajar desde un lugar de plenitud y descanso. La verdad es que la salvación de Dios viene a nosotros cuando nos arrepentimos y descansamos; su fuerza viene cuando nos quedamos callados y confiamos.

Esta temporada navideña atrévete a estar quieto, aunque sea por dos minutos cada día. Lleva tu lista de cosas para hacer al Señor y ponla a sus pies. Saborea la belleza de su presencia mientras reflexionas en sus nombres y le permites sanar tus heridas profundas.

Declara su señorío sobre tu vida; expresa tu desesperada necesidad de Él, y permítete estar en calma. Disfruta en su presencia.

Él es Emanuel, Dios con nosotros. Él ve. Él lo sabe. Él oye. Deja que te calme con su amor.

Oración: Calma mi corazón con tu amor, Señor. Habla tu paz a mi vida como hablaste quietud sobre las aguas tormentosas. Trae sanación y restauración al dolor de mi corazón por perder a un ser querido, por soportar tragedias o traumas, por esperanzas truncadas y sueños destruidos. Tú, la resurrección y la vida, respira nueva vida en estas partes adormecidas de mi alma. Esparce en mí nueva esperanza para el futuro. Enséñame a estar quieto y a recibir tu presencia vivificadora. Amén.